Doscientos kilos de cornisa del número 10 de la calle Colón hubieran podido aplastar a cualquiera cuando, el 8 de diciembre del 2006, cayeron sobre el acerado desde siete metros de altura haciéndose añicos. La fortuna evitó una desgracia: solo dos coches resultaron dañados.

Sucesos como aquel son más frecuentes de lo que deberían por la vejez de los edificios, la falta de mantenimiento de sus propietarios y, en muchos casos, la mala calidad de la construcción, según especialistas consultados por este diario. Al menos el 30% de los edificios presentan deficiencias y este año, más lluvioso de lo habitual, ha agravado la situación con un aumento de las humedades en los pisos y la consecuente caída de cascotes.

INTERVENCIONES ´IN EXTREMIS´ En los últimos doce meses, los bomberos han intervenido al menos en media docena de incidentes similares al de Colón, aunque de menor gravedad, como en la calle Maluquer, Gil Cordero o Ronda del Carmen. Asimismo, el ayuntamiento ha requerido a los propietarios de otra decena de bloques el arreglo de los mismos, según fuentes municipales y de la policía local.

El caso de Colón, por ejemplo, desencadenó una intervención urgente del Servicio Municipal de Disciplina Urbanística que ha ordenado a los propietarios asegurar todas las cornisas de los edificios del mismo tipo en Reyes Huertas, Ronda del Carmen, Virgen de la Montaña o Diego María Crehuet.

Bernardo Pozas, gerente de una de las principales empresas especializadas en reparaciones de fachadas en Cáceres, Volumen Construcciones, estima que alrededor del 30% de los edificios de la ciudad sufren un grave deterioro en sus elementos exteriores con riesgos de desprendimiento. En lo que va de año ha realizado 15 intervenciones.

En esta situación están sobre todo los inmuebles con una antigüedad de más de 15 años, aunque Pozas destaca que se está detectando un aumento de la demanda de actuaciones en edificios más jóvenes de Nuevo Cáceres, Los Fratres o Cabezarrubia.

Uno de los problemas es la falta de mantenimiento. "Los propietarios solo actúan cuando ven las orejas al lobo. Siempre esperan a que sea de extrema urgencia, así que no suelen hacer nada hasta que no se les advierte de un peligro o de una responsabilidad civil en caso de accidente", explica Roberto de la Cruz, administrador de fincas de la Inmobiliaria Fernández, que gestiona 96 comunidades.