Javier Gil, bombero y profesor de parapente cuenta que un amigo y él querían irse de viaje. Un viaje de aventura. Buscaron uno de esos de última hora y "encontramos uno que iba a Senegal, salíamos en tres días. Nos enteramos de que había que vacunarse pero en Cáceres no se podía. Llegaba el fin de semana así que tuvimos que salir a toda leche para Badajoz" Una vez en Badajoz pagaron las tasas y se pudieron vacunar de la fiebre amarilla. El resto de vacunas necesarias se las pudieron poner en Cáceres como la fiebre tifoidea o la malaria. Ya en Senegal siguieron las recomendaciones: nada de beber agua de allí, ni ninguna bebida con hielo. "Conocimos a un chaval de Ibiza que seguro que no lo cumplió y estuvo tres días en la cama fatal del estómago".

Después de ese viaje Javier ha hecho alguno más como a la isla La Reunión, "a hacer barrancos",también se tuvo que vacunar de alguna cosa pero no de fiebre amarilla porque esa vacuna dura diez años. Estuvo en Ecuador, haciendo rafting. Allí le atacaron los mosquitos:" A mi no me gustan los repelentes de insectos pero los demás se lo echaron y también les comieron". Además estuvo en Australia "aunque ahí no hacía falta vacunarse de nada".