El 50% de los alumnos del colegio público de Aldea Moret faltan a clase, un índice elevado y preocupante que afecta en su mayor parte a los niños de etnia gitana, que a su vez suponen unos 120 escolares del total de 200 que tiene el centro. Por ello, el Instituto Municipal de Asuntos Sociales ha creado una comisión de seguimiento específica en colaboración con otras instituciones --Junta, policía local...--, y acaba de prolongar un año más la figura del mediador del absentismo en menores de esta etnia, junto con la Fundación Secretariado Gitano, ya que sólo en 12 meses ha logrado reducir un 10% la tasa de ausencia a clase.

Tras el absentismo escolar se esconden unas razones definidas que pueden afrontarse, si se aplican las soluciones adecuadas. Por ello, para ejercer la figura del mediador se ha seleccionado a un joven de etnia gitana, estudiante de Derecho, que conoce en profundidad el problema. Los niños que faltan a clase en el colegio Gabriel y Galán de Aldea Moret suelen ausentarse la mitad de los días, "por tanto difícilmente consiguen un rendimiento normalizado. Esto sólo puede entenderse si somos conscientes de que la escala de valores de la sociedad mayoritaria no coincide con la gitana, que tiene sus prioridades. Ahí es donde hay que incidir, sin menoscabo de que el colectivo siga teniendo sus costumbres", explica el mediador, Antonio Salazar.

LA ENSEÑANZA, UN TRAMITE La educación de los hijos, valor primordial y base en la estructura de la mayoría de las familias, "no aparece en la cúspide de la pirámide de los principios gitanos, aunque sí otros como el respeto al anciano, la unidad familiar, la amistad... Lo que intentamos es elevar también la enseñanza a ese nivel", explica. Al no figurar en los primeros puestos, consideran la enseñanza como un trámite que debe cumplirse y prefieren otras actividades. "No le dan la importancia cultural del resto", indica. Por tanto, en cuanto surge cualquier inconveniente o variación en la vida cotidiana (muchos padres se dedican por ejemplo a la venta ambulante de modo continuado y no pueden dejar a sus hijos con nadie), el niño falta a clase.

VALORAN EL CORTO PLAZO "Esto no quiere decir que los mayores no deseen que sus pequeños lleguen incluso a la universidad. "Claro que les gustaría, como a todos, pero no luchan continuamente por lograrlo. Y ello porque otra característica del gitano es que valora mucho lo inmediato, no el largo plazo, ya que tradicionalmente ha estado saliendo adelante día a día", explica.

El trabajo de este profesional consiste en amoldar poco a poco el valor educacional a las costumbres gitanas. "Hace 50 años era impensable, y ahora vamos incorporándonos a Bachillerato, Formación Profesional, la universidad... Hay que romper moldes en este sentido respetando a la vez los valores gitanos. El colectivo está empezando a entender que es necesario, vamos por el buen camino", afirma.

Tras un primer año de análisis de la situación, el mediador incidirá este curso en la aplicación de medidas contra el absentismo, en colaboración con la nueva comisión integrada por varias instancias. Entre las actuaciones destaca un seguimiento de los niños que sufren este problema, diálogo con sus padres y, en la medida de lo posible, una presencia policial que haga ver a las familias la obligatoriedad de la educación de todos los menores.

Además, un nuevo proyecto del Instituto Municipal de Asuntos Sociales presentado para su financiación por la Junta pretende acabar con los problemas sociales del barrio y contempla unas 30 actuaciones, entre ellas varias encaminadas a reducir el absentismo: estudio del ámbito familiar, reuniones con padres, seguimiento de los alumnos e implicación de los centros.