Han pasado dos días, pero a Juana Galán aún se le quiebra la voz y se le encoge el corazón cuando recuerda la noche del pasado sábado. "Tengo el corazón en un puño. Me podían haber quitado la vida. Esto va a tardar mucho tiempo en salirme del cuerpo", repetía ayer sin dejar de atender a los vecinos y clientes que pasaban por la multitienda La Cañada, que regenta desde hace nueve años en la calle Comarca de la Serena de la barriada. Ellos intentaban calmarla: "tranquila, no te angusties".

El sábado por la noche, pocos minutos antes de que Juanita (como todos la conocen cariñosamente en el barrio) cerrara la tienda, un hombre encapuchado y armado con una pistola entró en su tienda. Eran poco más de las 22.20 horas y ella estaba tranquila, ajena a que algo así pudiera sucederle en su barrio. "Todo pasó en un minuto y al principio pensé que era una broma", contaba ayer. Ella estaba sentada en una silla detrás del mostrador, rallando zanahorias para la comida del día siguiente, tras un día frío con poca gente en la calle. Según su relato, el desconocido cruzó toda la tienda, entró detrás del mostrador y pasó delante de la caja registradora sin detenerse, acercándose a ella, que estaba junto al escaparate. "Iba encorvado, como si temiera que pudiera reconocerle", recuerda. "Según se acercaba le decía que si era una broma ya estaba bien, que no tenía gracia", añade.

Cuando llegó hasta el sitio que ella ocupaba le acercó el arma: "El dinero o te mato", fueron las palabras que pronunció el desconocido, según recordaba ayer. Ella le extendió la caja en la que guarda el dinero del cambio, 350 euros. Fue todo lo que se llevó aunque, como recuerda Juana Galán, tras darle esa cantidad el asaltante solicitó más. "Me decía: más, más, dame más. Y yo le gritaba que no tenía más dinero", cuenta. Al final el ladrón salió corriendo con su botín.

Ella salió corriendo también a la calle, gritando auxilio y llamando a la gente de un bar próximo. Hasta que su delicado corazón y el estado de nervios provocaron que se derrumbara. "El médico de urgencias me dijo que era una crisis por angustia, y me recomendó que fuera al hospital si notaba molestias en el brazo, porque tomo una medicación para el corazón", cuenta Galán, que tiene diagnosticado una afección de arritmia cardiaca. "Me dijo el doctor que demasiado poco me había pasado", recordaba con la voz quebrada.

Juanita reconoce que ahora tiene miedo. De hecho ayer su marido, que está jubilado, la acompañaba en la tienda, aunque normalmente solo pasa por allí a primera hora de la mañana, sobre las diez, y por la noche, entre las diez y media y las once, para ayudarle con la persiana de la tienda. "El ladrón sabía que en ese momento yo estaba sola", recuerda.

Además está pensando en instalar un sistema con un timbre, similar al que utilizan las farmacias de guardia por la noche. "De esa forma si alguien viene, no podrá acceder al interior de la tienda", plantea.

Este es el primer robo que sufre su negocio, aunque el segundo para ella. Cuando llevaban un año viviendo en el barrio asaltaron su casa y le robaron todas las joyas cuando no había nadie en la vivienda. "Entonces fue un susto tremendo", recordaba. Aunque nada equiparable a la noche del pasado sábado.