No tengo conciencia de haber violado nunca, ni a esta mujer ni a ninguna otra". Fue la rotunda manifestación que hizo Ignacio R. M., un vecino de Plasencia acusado de agresión sexual, en el juicio que ayer se celebró en la Audiencia Provincial y en el que dijo ser inocente.

Fue, además, su respuesta más larga, pues a todas las preguntas que durante la vista le formularon respondió siempre con un "no me acuerdo". La justificación que dió a esta falta de memoria es que por aquella época bebía mucho y también consumía, prácticamente a diario, cocaína y hachís, "y la verdad es que no recuerdo nada", insistió.

Fue su presunta víctima la segunda en declarar. Lo hizo, "por miedo", desde la sala de testigos protegidos. Esta se mostró también rotunda en su declaración. Aseguró que en la madrugada del 2 de febrero del 2003 el procesado la abordó cuando salía de la discoteca Bariloche de Plasencia y, tras obligarla a subir a su coche, la llevó a un descampado próximo al hospital Virgen del Puerto donde "me hizo de todo". Mantuvo, en todo momento, que se mostró violento, "me amenazó con una pequeña navaja e intentó que le hiciera una felación, y como no quise me rompió la ropa y me penetró".

Tras la agresión la llevó de nuevo hasta la ciudad, donde en la calle Sor Valentina Mirón la dejó y huyó al advertir la presencia de varias personas.

LOS TESTIGOS Desde la sala de testigos protegidos declaró también el joven que se encontraba con el procesado en el coche cuando éste abordó a la chica.

Este testigo reconoció que en un primer momento el procesado agarró a la joven por la solapa cuando estaba hablando con ella a través de la ventanilla del coche y la dijo "te voy a comer tu...", pero manifestó que la chica entró en el vehículo por su pie, sin que nadie la obligara. "Lo que ocurrió después no lo sé, porque Ignacio me pidió an la misma puerta de la discoteca que me bajara del coche, lo hice y ellos se marcharon".

Por videoconferencia, desde Alicante, declaró el joven que encontró a la chica tras la violación y que llamó a la policía. "Estaba aterrada. Me dijo que la habían violado y que sabía quien era".

Tanto el fiscal como la acusación particular consideran probado que Ignacio R. M. cometió los actos que se le imputan. Le consideran culpable de un delito de agresión sexual, por el que solicitan una pena de 10 años de prisión; y que indemnice a su víctima con 40.000 euros por los daños morales causados.

Por su parte, la defensa pidió la libre absolución y, en caso de dictarse sentencia condenatoria, la aplicación de eximente por embriaguez, "dado que tanto su presunta víctima como algunos testigos han declarado que Ignacio estaba aquella noche muy borracho y como loco".