Agustín es el más veterano. Tiene 40 años y hace diez ingresó en el Centro de Rehabilitación Sagrado Corazón de Jesús de Cáceres, donde convive con su esquizofrenia. Ha realizado un curso de ciclo superior para completar sus estudios universitarios de Tecnología Técnica Industrial. El proyecto de inserción laboral le propuso como uno de los primeros para optar a la beca y ya lleva tres años trabajando en el Instituto de Asuntos Sociales como auxiliar informático de información.

"Empecé mi experiencia con mucha inquietud, porque apenas sabía nada del proyecto, me había informado por internet y a través de una compañera que estuvo en mi puesto", confiesa Agustín. Su trabajo consiste en la confección de dípticos, trípticos y carteles publicitarios o de información sobre cursos y charlas. Agustín valora, ante todo, la experiencia que va adquiriendo con el paso del tiempo: "Había dejado a un lado todos los conocimientos adquiridos y esto me está sirviendo para refrescar la memoria y comprobar que todo lo estudiado sirve para algo".

Confiesa sentirse muy cómodo en las relaciones que mantiene con sus compañeros, a los que ya considera unos buenos amigos. Además está a gusto con los horarios de trabajo, tanto que ha decidido ampliarlos. "Animo a todas las personas con algún tipo de discapacidad a que se sientan dispuestos a terminar con las barreras sociales y participen en estos proyectos", dice.

Agustín ha tenido que soportar muchos desprecios por parte de la sociedad por sufrir la enfermedad que padece, "La gente escucha la palabra esquizofrenia y sale corriendo, pero somos personas como el resto y yo quiero seguir luchando por conseguir un buen puesto de trabajo".

Sus compañeros le admiran, dicen de él que es un hombre "con las ideas muy claras y con habilidad para expresarlas perfectamente". Confiesan que siempre presta su ayuda cuando así lo precisan y les aconseja sobre cuál es el mejor modo de dirigirse al público. Todo un ejemplo de tenacidaz por conseguir aquello que siempre ha querido, y de esfuerzo por volver a formar parte de una sociedad que un día le cerró las puertas al mundo laboral.