Francisco Juez Bote, 50 años, nacido y criado en Alcuéscar y agente ecológico municipal, se llevó el susto de su vida el martes por la tarde mientras realizaba sus tareas de vigilancia en el vertedero del pueblo y se topó con una cráneo y dos huesos de un cadáver. El asunto ha despertado alarma y curiosidad entre los vecinos y es el tema de conversación en bares y corrillos.

Francisco aún tenía ayer metido el miedo en el cuerpo y relataba así lo sucedido: "Eran las 17.45 y comencé a dar un paseo por allí, para que el tiempo pasara más deprisa. Entonces vi algo raro y le di una patada. Era una carabela y algo parecido a un brazo y una pierna. Los restos estaban en el suelo, entre la hierba, junto a un arcón de color negro, viejo y muy estropeado".

La mujer y la hermana del agente ecológico recuerdan que todos se asustaron mucho. "Estaba blanco como la pared, le dimos una pastilla, porque ha sido horrible", decían. El guarda y su familia se pusieron entonces a buscar al alcalde y a la Guardia Civil para explicarles todo lo sucedido. "Acudieron por lo menos ocho o nueve patrullas al basurero".

El alcalde José Antonio Nieto subrayó ayer que parecía probable que los restos hubieran estado guardados en alguna casa vieja y que hubieran sido trasladados hasta el vertedero tras la demolición de la misma, ya que existen muchas casas en obras en el pueblo. El agente ecológico también confirmó esta suposición, puesto que al lado de los huesos había baldosas, restos de un fregadero blanco y algún mueble antiguo.

"¡Quien sabe si alguien lo tendría como reliquia!", decía el alcalde. "¿Y quien no nos dice que fuera un asesinato?", añadía un vecino. Nieto dijo que las investigaciones apuntan a que el cráneo podría ser de una chica joven, delgada, de unos 15 años, que habría fallecido hace muchos años.

El caso ha pasado al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Cáceres para su investigación, y los huesos hallados se encuentran en el Instituto Anatómico Forense para su examen. Con los estudios realizados por los médicos forenses de Cáceres, así como por los del servicio de antropología del Instituto de Toxicología, se podrán desvelar las incógnitas.