Alberto Amarilla lleva desde el jueves en Cáceres dándose un festín cultural que culmina hoy en Multicines La Dehesa, donde asiste junto a actores como Mario Casas o Gorka Lasaosa, a la première cacereña de su última película, Fuga de cerebros , una comedia española en la que encarna a El Chuli , un joven ciego que le ha despertado la sonrisa.

--Hoy nos iremos todos con usted al cine...

--Cuando rodamos El camino de los ingleses me quedé con ganas de hacer algo aquí y ahora he tenido la oportunidad con Fuga de cerebros . En realidad es algo puramente emotivo. Quería dedicarle la película a toda la gente de aquí y eso no hubiera sido posible si no nos dejan el cine y si el Consorcio Cáceres 2016 no nos hubiera apoyado.

--Estamos ante un Alberto Amarilla del reencuentro con Cáceres...

--Con Cáceres y supongo que conmigo mismo.

--Los protagonistas de Fuga de cerebros son los desplazados de la clase...

--Me siento un poco identificado con ellos. Recuerdo que en el colegio o en el instituto cuando había un partido de fútbol se elegían a los dos capitanes, a los dos más guays, que yo nunca era (risas). En la película este grupo de chicos tienen una relación fraternal pero casi por necesidad, por lo tanto esa relación se hace bastante fuerte. Es la gente diferente que se sabe diferente y que lucha todo el tiempo para no convertirse en perdedores y para aceptarse a sí mismos.

--Usted es de esos actores que siempre buscan algo de sí mismos en los personajes que interpretan...

--No se trata de hacer de ti porque si no estás perdido, pero sí creo que los cimientos del personaje los tienes que cimentar en ti mismo para que no se conviertan en una marioneta. Y no importa que sea comedia o que sea drama, tiene que ser un personaje real, un personaje de verdad, porque solamente un personaje de verdad te conmueve.

--Lo que sí tienen que ver con usted son los trallazos que mete en la peli , que parece que lo estoy viendo jugando los partidos con sus colegas de Cáceres...

--¡Las dos tomas que hicimos, los dos goles por la escuadra! (carcajadas). Dije: aquí me ha ayudado Dios, me ha ayudado el personaje, que se ha encarnado en mí, porque creo que si un personaje está escrito, es real, está en el cosmos, su energía existe.

--Y usted encarna la energía de El Chuli ...

--Este personaje me ha dado mucha alegría. Lo llaman El Chuli porque es un poco chulo, bueno en realidad es un joven que no quiere que lo traten con compasión.

--¿Cómo fue el proceso para interpretar a un ciego?

--Tuve la suerte de conocer a los chicos de la selección española de fútbol de ciegos, estuve con ellos en una concentración que estaban preparando para las olimpiadas de Pekín, también me ayudaron Marina, una instructora de la Once, y la actriz Mabel del Pozo. A las personas invidentes les tengo un respeto enorme y sobre todo mucho cariño porque he aprendido mucho de ellos. Recuerdo que uno me decía que en ocasiones soñaba que podía ver, pero que no sabía si lo que había soñado era ver. Y era tan bonito, tan tierno, tan precioso...

--¿Cómo se sintió?

--Los sentidos se agudizan, el oído y el tacto acaban siendo tu vista.

--Hay quien afirma que el hombre está preparado para todo menos para la ceguera...

--Es cierto que es muy jodido porque estamos ante una cultura en la que todo es visual. Pero creo que eso se puede superar y descubrir un mundo sin la vista. Y de hecho se descubre de pronto, a través de los sonidos, de los olores, de los sabores, especialmente del tacto.

--¿Usted reivindica la dignidad del actor frente a la ficticia dignidad del actor condenado a la imagen?

--El actor tiene que encontrar un punto medio entre la parte interna y la externa.

--¿La película es una españolada?

--Todo el montaje de la película es muy yanqui en el mejor sentido de la palabra, en el sentido de la calidad. Es una película dirigida por Fernando González con guión del extremeño Curro Velázquez, que está muy bien hecha. No tiene parón.

--Y además es una comedia, un género que no le es ajeno...

--La comedia me parece bonita, interesante, difícil. Necesitamos reírnos, emocionarnos, que las cosas nos remuevan para sentirnos vivos.

--Pese a este pesimismo general en torno a la crisis que empieza a hastiar...

--Somos una generación que ha vivido en la abundancia. Nuestros padres, nuestros abuelos, vivieron una guerra o una posguerra, pero nosotros tenemos lo que queremos, y cuando de pronto llega la crisis existe un desconocimiento total, porque la gente no sabe lo que es eso. No podemos seguir consumiendo al ritmo que lo estamos haciendo. A un ejecutivo que trabaja 16 horas diarias le dices que trabaje 8 y que va a cobrar la mitad para estar con su familia y disfrutar de sus hobbies, y le parece impensable porque siempre queremos más. Vivimos en un planeta que es riquísimo, pero estamos acostumbrados a que cuando nos comemos la comida, aun estando llenos queremos la tarta de chocolate.

--Es decir, que el planeta sufre de bulimia...

--Absolutamente de acuerdo. Los seres humanos sufrimos de bulimia aunque después lo vomitemos.