Habla con su mirada y sus silencios. Por eso, en esta entrevista, Alberto Amarilla no solo vuelve a conquistar la cámara, también vuelve a mirar a ese mundo sin prisas, a ese tiempo detenido que vivió en Cáceres y que le pertenece eternamente.

--El silencio siempre es sonoro...

--Confiamos demasiado en la palabra y a veces la palabra ha perdido la fuerza que en verdad tiene. Por eso el silencio es elocuente, y el silencio otorga. El silencio es volver a la esencia de las cosas.

--Sabe, he descubierto que tengo alas en el corazón...

--El corazón es como el hermano pequeño y la cabeza es el hermano mayor. El mayor nunca puede apretar al pequeño. El pequeño tiene que jugar, el mayor lo tiene que cuidar.

--Le digo esto porque ahora me arriesgo sin temor a la caída...

--Cuando uno se da permiso para equivocarse es cuando puede permitir que el corazón vuele.

--Y en la frontera de mis 40 he muerto y he resucitado...

--En cada instante hay una muerte y una resurrección. Hay que cambiar para acercarte más a lo que tú eres. Y hay que quitarse capas. Y si usted ha resucitado muchas veces, espero que a los 40 haya llegado bastante a su esencia.

--Solo el motor de la ilusión hacen que su profesión y la mía sean luminosas...

--Con esta pregunta me viene la imagen de Don Quijote, que muere cuando es consciente que todo era una ilusión. Aprendí de Antonio Banderas que es un tío con la ilusión intacta. A mí me emociona mucho ver a una persona así. La ilusión es lo que te ilumina, aunque creo que todo es un proceso. Y no importa si en un momento estás oscuro, melancólico o has perdido la fe. Todo es ilusión.

--Usted es actor...

--Siempre me ha gustado de la interpretación la posibilidad de encarnar a otra persona porque supone mirar el mundo a través de otros ojos. Y eso ni aunque te vayas a Tailandia lo puedes conseguir.

--Por eso estamos aquí, en la Filmoteca de Extremadura...

--Me encanta este lugar. Es como si Cáceres se hubiera rebelado contra su propio destino.

--La suya es una profesión en la que es muy fácil confundir la necesidad con el deseo...

--El director Luis San Narciso dijo que para que aparezca un actor, 1.000 perecen, y que para que un actor nazca tiene que nacer de una necesidad muy grande. Si esa necesidad no está, la estrella se apaga antes.

--¿No es una profesión que crea divos y víctimas igual de rápido?

--Las personas que he encontrado más auténticas son las que tenían fama de divos. La gente piensa que si tú no estás para todos eres un divo. Y no es así, son personas que respetan mucho su intimidad, su eje, y te dan solamente cuando pueden darte.

--¿Pero no es un trabajo en el que corres el riesgo de no darte cuenta de que las cosas invisibles dan sentido a la vida?

--No pienso que sea así. Para lo que te entrenan cuando quieres ser actor es para ver esas cosas invisibles. Como dice El Principito : solamente las cosas invisibles se ven con los ojos del corazón.

--Describa su primer beso...

--(Hace un silencio). Ah, mi primer beso... ¡Me estaba yendo ya por el tercero! (carcajadas). ¡Hostia, mi primer beso...! Pues fue con una gitana, y fue como un juego y muy amoral. A amapola, sí. Me viene la palabra amapola.

--Usted es muy hacia adentro...

--Creo que lo que es adentro es afuera y lo que es afuera es adentro. Si yo estoy bien, el mundo será maravilloso. Si yo estoy mal, el mundo será terrible.

--¿Es un pijo arrepentido?

--Eso me lo decía Leonardo Eiriz, que era mi maestro. Pensaba que mi padre era abogado, porque me veía tan fino... Leo se refería a eso de los pijos de Cáceres. Suele ser gente que está enchufada, que tiene padrinos, y yo estaba muy enfadado, muy disgustado con eso.

--Es Libra. Yo también...

--Es un signo complejo, dubitativo, tenemos que balancear todo para tomar cada decisión, somos muy elefantes en ese sentido, y después ¡somos muy inteligentes! (carcajadas).

--Tuvo una infancia marcada por las mudanzas...

--Me sentí a veces desplazado, tuve problemas para relacionarme con los demás. A veces me entran ataques de timidez que no comprendo ni yo. Creo que vienen de ahí.

--Pues a mí las mudanzas me enseñaron a descubrir el mundo...

--Con las mudanzas puedes enseñar a los demás que somos ciudadanos del mundo, que no eres de ningún lado, que no hay banderas, que no hay tiempo ni espacio.

--¿Quemar acetona en el baño te ayuda a descubrir el mundo?

--Pues sí. De pequeño tenía un juego de química. Mi servicio era mi laboratorio. Salió ardiendo y me quemé una pierna.

--O sea, que gracias a esa alquimia descubrió el mundo...

--Durante un tiempo fui un niño enfermo. Con 2 años estuve a punto de morir. Después, en el 92, pasé más de 15 días en el hospital. Eso me obligó a pararme. Hacía tiempo que no pensaba en esto... A partir de ahí firmé un compromiso conmigo mismo y con el mundo. Pasar por momentos críticos te ayuda a saber que estamos de paso. Y eso hace que te comprometas con lo que tienes, con el aquí y el ahora.

--Estudió en un colegio de curas. En el mío tiraban dardos...

--En un colegio, público o no, te pueden enseñar a perder porque empiezan a colocar a los preferidos y a los que no lo son. Y ahí está la mala educación que a mí me han enseñado y que estoy en proceso de trascender para que no me pille. A veces me pilla. Y a veces me pilla la sensación de fracaso. ¡Eso es terrible!. No quiero ser ni un perdedor ni un ganador. Quiero ser yo.

--Cáceres me va...

--Tengo muy buenos recuerdos de Cáceres y adoro Cáceres. Recuerdo a mis amigos, al Pela, al Fefo, al Santi, a mi primer amor... Eso de irme con mi amigo Fran a la parte antigua, a quedarnos ahí sentados, a pensar en la vida... Era esa sensación de que el tiempo se paraba porque nos pertenecía, porque era nuestro. Ahora hay prisa para todo, antes me la sudaba.

--Cerveza. ¿Qué le sugiere?

--Me recuerda a mis colegas, a la sensación de tribu que un día tuve con ellos en Cáceres. Y me gusta tener esa sensación, que pertenezco a algo, aunque sea un desarraigado.

--Yo creo que no lo es... ¿Alberto, qué es la capitalidad?

--Un privilegio y una responsabilidad. Pero nunca puede ser una cortina de humo para evitar que se miren otros problemas que hay en la ciudad. Se puede conseguir si se potencia la cultura, el arte y, sobre todo, si se deja que las nuevas generaciones hablen.

--¿Me dedica una peli?

--Imago Mortis , por empatizar con mi silencioso sueño. GRACIAS.