E n el siglo XII hay indicios de que el Casar era una aldea que pertenecía a la villa de Cáceres, pero al no tener territorio propio, puesto que sus tierras formaban parte de la jurisdicción de la villa de Cáceres, surgían constantes enfrentamientos entre los agricultores y ganaderos del Casar con los nobles de Cáceres que eran los dueños de las tierras. Vamos a analizar las difíciles relaciones que mantuvo la aldea del Casar con la villa de Cáceres, de la que dependía, en la Edad Moderna. El documento más antiguo que tenemos relacionado con el Casar y la villa de Cáceres es una carta abierta del rey don Sancho IV concediendo al Casar, aldea de Cáceres, un Privilegio Real donde se señalaba que nadie pudiera adehesar en media legua de terreno (2.786 metros) alrededor de dicho pueblo; fue dada en Sepúlveda el 18 de febrero de 1319, correspondiente al año 1291 (en la Referencia 1281 pero es un error ya que Alfonso X el Sabio, padre de Sancho IV, no falleció hasta el 1284, año en que subió al trono Sancho IV), la era hispánica eran 38 años menos. No se ha descubierto el documento original, lo conocemos ya que aparece catalogado con el número 19 en el libro Documentación Histórica del Archivo Municipal de Cáceres de don Antonio Floriano Cumbreño, señalando que el único testimonio que se tiene del mismo es la copia que aparece en las páginas 104 a 108 del libro de Pedro de Ulloa Golfín Portocarrero: Fueros y Privilegios de Cáceres, publicado en el año 1648, del que sí hemos podido comprobar.

A lo largo de la historia el Casar, situado «al borde de la Via Lata y cerca de las Castra Caeciliae», cuando se realizó la reconquista de Cáceres en el año 1229 el emplazamiento del Casar quedó dentro de los linderos asignados a la villa por el Fuero Latino dado por Alfonso IX de León y se elevaron en él caseríos (casares en los documentos) pertenecientes a los particioneros de aquellas parcelas, cuya propiedad tenían, pero pertenecientes a la jurisdicción política y territorial de Cáceres. El Casar pugnó constantemente por independizarse de Cáceres, pero luchó siempre con un grave inconveniente, cual fue la falta de término.

Los canales del Casar vertían sobre la jurisdicción de Cáceres. En estas condiciones los casareños se quejaban porque no podían vivir y el pueblo mermaba su población. Ante esta queja el rey Sancho IV no les dio términos, sino la orden de prohibir adehesar a media legua de contorno. El rey no podía darles más tierras porque el fuero prohibía de una manera absoluta dar parte del territorio de Cáceres. Dicho privilegio fue confirmado, según aparece en la copia de Ulloa Golfín, por Alfonso XI en Toro en 1316; por Juan I en Soria en 1380; por Enrique III en Burgos en 1392; por Enrique IV en Ávila en 1455; por los Reyes Católicos en Medina del Campo en 1494; por doña Juana en Valladolid en 1513; por Felipe II en Valladolid en 1556; por Felipe III en Valladolid en 1603; por Felipe IV en Madrid en 1648, etc.. Este privilegio hizo que aumentara la población del Casar ya que suponía la primera delimitación del municipio adjudicando las tierras a los casareños e hizo que se impulsaran otras actividades artesanas, como los herreros, curtidores, cereros, zapateros, vinateros, etc.. Todo ello motivó que el Casar fuera la aldea más poblada de la villa y empezó el desarrollo ganadero que tanta importancia ha tenido en la historia del Casar.