Alfonsi Pinilla tiene una hija pequeña, de dos años, y otro más mayor, de siete. Cuando los lleva a un parque tiene que andarse con cuidado por las sorpresas que pueden encontrarse los niños mientras juegan. "Respeto a las personas que tienen animales, pero que respeten ellos el espacio de los niños", comenta.

Las desposiciones que uno puede ver por doquier en parques y jardines, afirma, suponen un problema muy serio para los padres. "Muchas veces nos hemos tenido que ir con los niños a otro sitio por culpa de los excrementos de perro en algunos parques", se queja.

"Me parece perfecto que haya zonas para los perros --añade-- pero sobre todo que los dueños se mentalicen de que esos lugares están para que lleven a los animales allí" y no donde juegan los niños, por el peligro de infección que puede conllevar si los padres no están permanentemente atentos.

"El problema es que luego estas cosas nunca se utilizan", asegura Pinilla, añadiendo que es una opinión bastante generalizada. Con respecto a la prohibición de que los animales entren en algunos parques, asegura que le parece "perfecto", sobre todo en aquellos espacios verdes donde suele haber una gran afluencia de niños. Para ella, el consistorio debe encontrar la fórmula más adecuada para que convivan personas y perros en los espacios públicos de la ciudad, pero eso pasa también, como decía Manuel Burgos, por la concienciación de los dueños.