Se han celebrado elecciones para elegir el rector de la Universidad de Extremadura. El 92% de los alumnos no acudió a votar. Muchos se hacen lenguas de que estamos ante la generación de jóvenes mejor formada. Puede ser cierto en cuanto al dominio de las especialidades que eligen, pero en formación ciudadana dejan mucho que desear. Parece que no hemos sabido hacerles comprender la necesidad de ser responsables, participar y comprometerse en la acción cívica. A lo mejor les hemos dado tan malos ejemplos que tienen la presunción de que da lo mismo quien salga elegido pues las cosas no cambiarán.

Si el debate sobre el número de carreras que se ofrecen, los procedimientos para poder acceder a ellas, los currículos, las propuestas acerca de la formación del profesorado, las ofertas de extensión cultural, el funcionamiento de los departamentos y cuantos elementos forman parte de la vida universitaria, no les interesan a los alumnos, algo va mal. A nosotros, en otros tiempos, nos hubiera dado mucha satisfacción elegir rector. Quizás, ingenuamente, entonces estábamos convencidos de que podíamos cambiarlo todo para mejor. Luchamos y algunas veces vencimos, pues las cosas mejoraron. Otras perdimos. Ahora luchan por otras cosas. No hay utopías.