En estos momentos no hay nadie en Extremadura que tenga tantos amigos, y buenos ¿eh?, como Guillermo. Me refiero a Guille Fernández Vara, naturalmente. Sobre todo entre la muchachada socialista. Todos los militantes con los que he hablado coincidían en una cosa: " Estoy muy contento porque es la hora de mi amigo Guillermo". Y es que era el candidato de todo el mundo. He llegado a la conclusión de que el PSOE extremeño no tiene nada que ver con el partido creado por Pablo Iglesias para que se afiliaran a él gentes con similares ideologías. Es un círculo de amiguetes creado por Guillermo. Que, por cierto, es un tío agradable, abierto, dialogante, sensato, preparado, trabajador. Creo que hasta santo. O por lo menos beato.

Con tantas y tan buenas relaciones no es de extrañar que el pobre Guillermo acabe los días un poco bebido. Porque hay que ver la cantidad de copas que se toma con sus amigos. Y en los mas diversos lugares. Claro que eso no es nada comparado con las comidas y las cenas que se propinan. Restaurantes de todos los tenedores posibles, y aun sin tenedores, han sido testigos de las cuchipandas que ha celebrado con algún amigo de esos. Menos mal que tras el consabido chupito se tomará un alkaselzser. Claro que no es necesario andar de farra o comilonas con él. Es que hasta en la calle abre su corazón a los amigos y les cuenta sus cuitas. De ahí que todo el mundo sepa con quienes va a contar y a quienes va a enviar al ostracismo.

Y mientras tanto yo haciendo el gilipollas y cultivando la amistad del Pifa, que es el dueño del bar en el que juego la partida durante los veranos tornavaqueños. ¡Vaya futuro!. No llego ni a monaguillo.