De su estudio de la avenida de España han salido durante más de cuatro décadas proyectos como el parque del Rodeo, el pabellón Multiusos de Cáceres, el complejo deportivo de El Perú o la magistral de rehabilitación de la Casa de los Becerra, sede de la Fundación Mercedes Calles. Ángel González, arquitecto, analiza el estado de conservación de la muralla, que requiere de múltiples intervenciones recogidas en el Plan Director que no acaba de ponerse en marcha.

-¿En qué estado se encuentra la muralla actualmente?

-Tiene zonas que están muy mal conservadas. Hay agentes que la están deteriorando constantemente. Es una destrucción lenta. Uno de los principales problemas es que existen zonas húmedas, jardines o huertos que tienen el muro de contención lindando con la parte superior de la muralla. Esto causa filtraciones de agua a la muralla que, al no tener ninguna salida para el líquido, acaban provocando manchas blancas en el lucido o incluso el desprendimiento de parte de éste. El lucido se desprende cuando el soporte metálico (mallazo) que tiene detrás se oxida.

-¿Dónde se concentran principalmente esas humedades?

-En la zona que va de Miralrío hacia la calle Caleros, por ejemplo, hay un lienzo con el mallazo totalmente al descubierto. Además, la vegetación y las raíces de los arbustos o de la maleza que salen de entre la piedra de la muralla actúan de cuñas. Esto provoca que, en invierno, cuando el agua entra y se transforma en hielo debido a las bajas temperaturas y se forma una cuña que causa un aumento del volumen.

-¿Qué otros problemas viene padeciendo ahora mismo el cerco almohade?

-Otra de las causas de su deterioro es la contaminación. La zona de Miralrío tiene excesivo tráfico, que causa polución y vibraciones, perjudicando a ese paño (tramo) de muralla. Lo que esta pidiendo a voces la muralla es que se acometa la ronda este para descongestionar el tránsito tan numeroso de vehículos. Al final son agentes que están constantemente haciendo pequeños daños. Igualmente, también hay edificaciones adosadas, algunas legales y otras no tanto, que hay que investigar. Ha habido gente que se ha metido dentro de la muralla construyendo o existen zonas abovedadas con jardines en la parte superior.

-Las torres de Bujaco y de la Yerba representan el tramo que más inversión contempla el Plan Director, con más de dos millones en actuaciones previstas. ¿Cómo están estos elementos?

-La parte exterior está muy deteriorada. Se qué hay zonas ajardinadas arriba y lo que habría que hacer es crear una lámina impermeable para que el agua no penetrase hacia abajo y así no se moje constantemente el muro de la muralla.

-En ese sentido, de nada sirve tener un Plan Director si se está agravando el deterioro en el cerco almohade...

-Exacto, si no se controla nada al final es en balde. Aunque no se acometa completamente el plan, sí es necesario frenar los agentes que están haciendo daño: humedades, vibraciones, grietas... Realizar el plan íntegramente supone una gran inversión. Entiendo que no se podrá hacer de golpe pero sí ese necesario comenzar ya poco a poco. Hay que mimar la muralla y echarle dinero. No se puede entender que desde que se aprobó el Plan Director no haya habido ninguna actuación.

-¿Desde cuándo no se actúa en la muralla?

-Se actuó un poco en la zona del Adarve, cuando la limpiaron de yerbajos hace unos cinco años. Está bien pero no es suficiente. Tenía que haber una cuadrilla dedicada exclusivamente al mantenimiento de la ciudad monumental. No solo de la muralla: de las piedras que están sueltas, papeleras que han quitado dejando el hueco (como junto al Arco de la Estrella),... etc.

-En cuanto a la imagen, ¿los turistas se llevan buena impresión de la muralla?

-Las pintadas están un poco controladas. Cuando se produce alguna, a los pocos días desaparece y los graffiteros respetan la muralla. Lo que sí faltan son papeleras, ya que la gente coloca en los orificios de los muros la lata o el botellín que se ha bebido. Además, hay cables colgando por el entorno de la muralla y cajas de electricidad y telefonía sin camuflar, que ensucian la imagen de la ciudad monumental.