Es la empresa más dulce de Cáceres y al frente se encuentra Angel Sánchez Cortés, quien a sus 71 años se siente en plena forma para seguir llevando miles de golosinas a diario por toda Extremadura, un sector al que se dedica desde que tenía 12 años. Padre de tres hijos y abuelo de dos nietos, siempre tuvo un fuerte carácter emprendedor que le animó a viajar por numerosas ferias internacionales para aplicar en Cáceres las ideas novedosas de los mercados. Su mesa de trabajo es muy peculiar: hay pisapapeles y bolígrafos de Nestlé, Lindt, Mars y otras marcas del gremio más sabroso. A él, confiesa, le pierden los frutos secos.

--Háblenos de sus orígenes en el mundo de las golosinas.

--Empecé con 12 años en la empresa García Hermanos. Tenían fabrica de embutidos, almacén de aceite y coloniales, y una tienda en la plaza del Duque donde vendían caramelos, frutos secos y otros productos a los carrillos que se ponían por Cáceres: la Quica, la Manuela, María la del Perejil, el señor Serradilla... Doce años después me contrató Chupa Chups, que estaba abriendo la distribución a nivel nacional, y a los dos años me nombraron delegado en Extremadura. Eran los tiempos del caramelo 'Pitagol' y los chicles 'Nina'. Pero al llegar la Democracia, Chupa Chups se marchó y despidió a 350 empleados en España, entre ellos mi hermano Valentín y yo. No había paro ni prestaciones.

--Y se lanzaron...

--Claro, teníamos que salir adelante y seguimos con lo que sabíamos hacer. Nos compramos dos Renault 4 que por entonces costaban 110.000 pesetas y comenzamos a vender por los pueblos una marca parecida a Chupa Chups, chicles y otros productos. En 1972 nos atrevimos a abrir la tienda de golosinas de Gil Cordero, que además utilizamos como almacén, y seguíamos suministrando a los clientes de los pueblos. Ahí fue realmente cuando nació Sánchez Cortés como empresa, hace ahora 43 años. Gil Cordero era un buen sitio porque al lado estaba la estación de autobuses y aprovechábamos los coches de línea para enviar mercancía a los municipios. Trabajábamos hasta los domingos. En 1988 compramos la nave de Las Capellanías a las patatas El Gallo y la utilizamos desde entonces como almacén.

--¿Cómo crearon la red de tiendas? ¿Cuántas tienen ahora?

--Fue en los años 80. Primero ampliamos la de Gil Cordero y luego abrimos en Antonio Hurtado, Galería Comercial de Cánovas, San Pedro, Centro Comercial Ruta de la Plata, Cruz de los Caídos (ahora avenida de Alemania), San Pedro de Alcántara, acera de pares de Cánovas... Hace 13 años empezamos la expansión por Extremadura y tenemos cuatro en Badajoz capital (Centro Comercial los Cipreses, Santa Marina, San Roque y El Faro) y otras en Mérida, Navalmoral y Plasencia.

--Pero además son mayoristas...

--Cubrimos el abanico del sector: a través de nuestro cash vendemos a mayoristas de toda Extremadura, luego tenemos las tiendas y también vendedores autoventa por los municipios y vendedores preventa en la capital.

--¿Cuántos empleados necesitan?

--Somos más de 60, la mayoría mujeres con un alto rendimiento.

--¿Y vehículos de reparto?

--Más de treinta. Consumimos entre 2.500 y 3.000 litros de gasoil semanales. La subida del combustible ha afectado muchísimo estos años a la distribución. Ha sido la puntilla a la crisis.

--¿La crisis también ha afectado al mundo de las golosinas?

--Sí, porque ha bajado el consumo. Sigue entrando la misma clientela, pero antes los padres compraban lo que le pedía el niño y ahora procuran que por 1 euro se vaya satisfecho. Hay un principio muy sencillo: cuando la madre no tiene dinero, no hay dinero para nada.

--¿Y ustedes han mantenido los precios de las 'chuches'?

--Sí, pero tiene una explicación. En los años buenos, las multinacionales del sector redondearon los precios con la llegada del euro, y eso ha permitido no tocarlos durante la crisis. Incluso algunas marcas se están dando cuenta de que no pueden mantenerlos y tienen ofertas. Salieron paquetes de chicles a 1,5 euros, que son nada menos que 250 pesetas, pero ahora se lanzan incluso chicles en promociones 2 x 1.

--O sea, que el sector está dominado por las multinacionales...

--Hemos pasado de empresas muy familiares a grandes firmas como Cadbury, PepsiCo, Mars... Ellas son las que tienen los productos líderes. También pisan fuerte los fabricantes europeos como Haribo y Trolli. Pero sigue habiendo empresas españolas muy buenas, por ejemplo Burmar en Extremadura, que tristemente acaba de perder a su propietario, un gran amigo.

--¿Cuántos productos venden?

--Unas 3.500 referencias. Cada fabricante tiene diversos artículos, esto es todo un mundo.

--El sector se renueva continuamente. Cuéntenos el producto más novedoso.

--Tenemos a prueba en nuestras tiendas un producto exclusivo a nivel mundial, las pipas microondas (peladas, con sal y con agua sal), que se comen recién hechas igual que las palomitas. Han sido creadas por una empresa de Granada con la que nos une una buena amistad. Las tenemos en bolsas de 1 euro y se presentarán internacionalmente en los próximos días en las ferias de Alemania y Dubai.

--¿El cacereño es goloso?

--Lo que ocurre es que tenemos gustos distintos a Europa, el clima lo hace todo. Por ejemplo, en Centroeuropa se consume más chocolate negro puro y en España con leche. Las rentas también hacen que aquí se vendan menos productos caros.

--¿De qué está más orgulloso?

--De la calidad de nuestros frutos secos. Compramos la mejor materia prima de cada temporada y los seguimos tostando en un horno de leña tradicional, en Zafra. Especialistas en estas labores los trabajan expresamente para nosotros. Me reconforta que los extremeños lo valoren y lo agradezcan.

--A sus 71 años sigue sin querer oír la palabra jubilación...

--Bueno, ahora me voy a prejubilar porque me lo aconsejan, pero mientras pueda no pienso jubilarme. El trabajo es salud, lo aprendí de mis padres, mi madre llegó a los 95 años.

--¿Seguirán sus hijos al frente?

--Esa es la idea. Ya están trabajando aquí, conocen el negocio y llegará el tiempo del relevo.