Angel Alvarez de Sotomayor tiene porte de poeta, por eso así, aquí, de pie, sujetando el libro entre las manos, parece un escritor del XIX. Ha cogido el testigo de Elisa Blázquez y esta tarde continúa la lectura de Diagnóstico cáncer . "Nos acordábamos de tí", le dice una de las mujeres que acude al centro. "Que bien que hayas venido porque lees muy bien", le dice otra.

Angel cuenta como la madre de Mariam la ayudaba a levantarse de la cama, cómo Mariam perdió el control mientras lloraba de dolor y de cansancio, cómo al relajarse notaba alivio. "Con esta enfermedad siempre oscilo de un momento a otro" , lee Sotamayor, que parece con esta frase de Mariam estar retratando el Alzheimer, enfermedad que en sus comienzos va de un momento a otro, del momento del recuerdo al momento del olvido.

Pero no siempre Angel lee novelas tan tristes. A veces les regala su voz con historias de corte romántico o vidas de santos. "Un día les leí Las Cantigas, de Gonzalo de Berceo, y me sentí bueno por dentro. Quiero decir --aclara el artista-- que tengo una mentalidad católica y tengo muy arraigado eso de que si hago un bien a los demás recibo un premio interior. O sea que es reconfortante ver que alguien sonríe gracias a mí".

Angel Alvarez de Sotomayor, pintor cacereño, ha sido catequista, trabajó con los franciscanos de la Cruz Blanca en Las Palmas... y por eso le pareció una idea magnífica sumarse a la tarea del voluntariado. Ha estado con los ancianos en la Asistida, en la residencia Nuestra Señora del Rosario y también en el centro de Alzheimer. "Es muy satisfactorio", confiesa.

Sotomayor es más optimista que otros al hablar del Alzheimer. "Es cierto que la familia ve como sus seres queridos se pierden en el laberinto de la memoria, pero hay un punto en ellos que guarda mucha semejanza con la ingenuidad de un niño. En ocasiones este tipo de enfermos no son infelices porque no son conscientes de su infelicidad. Recuerdo como en una de las sesiones una de las señoras empezó a hablar del perro que su padre tenía en la fragua. Lo vivía como algo reciente cuando realmente se estaba refiriendo a un capítulo de su infancia".

El pintor hace una pausa. "Es dramático no tener recuerdos", dice, y retoma la lectura por donde la dejó. Mariam habla de la enfermera Carmen López, de su amiga Teresa, de la operación de pulmón... un drama ante el drama de tratar de rescatar los recuerdos.