Los arquitectos Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón, autores del controvertido diseño del hotel Atrio en la plaza de San Mateo, querían pasar "desapercibidos". Al menos así lo manifestaban en una entrevista que concedieron a este diario en febrero del año pasado cuando presentaron el anteproyecto del hotel. Preguntados por qué sentimiento o emoción buscaban provocar con su diseño, respondían: "En el exterior, casi pasar desapercibidos, que el edificio se vea como una casa fuerte más del recinto histórico".

Ocho mil personas, que han firmado contra su propuesta de forma cúbica, creen sin embargo que el nuevo edificio que habían diseñado no pasaría desapercibido. Tampoco para el Colegio de Arquitectos de Extremadura o la comisión de expertos que valora las intervenciones en el caso histórico que han rechazado el diseño por "desentonar con el entorno".

Parecidos

También en León, el diseño del hotel cacereño ha generado su propio debate. En esta ciudad castellana los arquitectos madrileños Tuñón y Mansilla son los autores de su laureado auditorio, Premio Nacional de Arquitectura. El Diario de León se hacía eco esta semana de la polémica cacereña con el siguiente titular: Un hotel ´réplica´ del Auditorio intenta colarse en el casco medieval de Cáceres .

Esta idea de la copia ha circulado igualmente por internet y los mostradores de comercios y de algunas administraciones públicas de Cáceres, donde se han distribuido fotocopias con la imagen del auditorio leonés para evidenciar las supuestas similitudes de ambos proyectos. De Ghery, y de su Guggenheim de Bilbao y Nueva York, podría decirse lo mismo.

Precisamente las ciudades que envidian el Guggenheim piensan en estos arquitectos para sus proyectos, ya que el estudio de los madrileños se ha ganado la fama de ser especialista en museos. Castellón tiene uno con su firma, también la llevan el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) o el de Brescia, y pronto el de los Sanfermines en Pamplona, el de Cantabria, el de las Colecciones Reales de Madrid y el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear en Cáceres.

Su fama empezó con el Museo Provincial de Zamora (1997). En este proyecto los arquitectos ya lidiaron con la complejidad de intervenir en el patrimonio histórico. "Las intervenciones tienen que ser respetuosas, que casi no se reconozcan, excepto por aquel que lo mira con más atención y entonces descubre, bajo el paisaje de lo tradicional, los signos, los pequeños mensajes, los matices que hablan de nuestra época", declaraban a este respecto Tuñón y Mansilla.

Esa visión de cómo compaginar modernidad y antigüedad se trasladó en Zamora a un módulo cúbico que se añadió al viejo Palacio del Cordón del siglo XVI, una joya de la arquitectura civil zamorana de esa época. El edificio obtuvo dos premios y fue finalista del más prestigioso de la profesión a escala internacional, el Premio Mies van der Rohe.

Su más reciente intervención en un edificio histórico ha sido en Vigo. La nueva sede de la Fundación Pedro Barrié de la Maza --dedicada a la promoción cultural, educativa y social--, es obra de este estudio en un edificio de 1919 y que fue inaugurada en octubre del año pasado. La fachada se ha mantenido intacta y, en su interior, los arquitectos dan una respuesta contemporánea a las necesidades de la entidad.

Unir modernidad y antigüedad en arquitectura nunca ha pasado desapercibido. Cáceres ya tuvo su cota de polémica en esta materia, aunque de menor intensidad, con el Anexo del Archivo Provincial ideado junto al palacio de Moctezuma o la extensión del Museo de Cáceres en la Casa de los Caballos. No la tuvieron, sin embargo, o escasamente, los derribos del viejo hotel Extremadura o de la esquina de la avenida de España con San Pedro de Alcántara, o Las Chicuelas.

El convento de las Adoratrices de Salamanca, para convertirlo en auditorio de la Caja Duero, la ampliación del Museo del Prado que firma Rafael Moneo o, de éste también, el bloque de viviendas de la plaza de Santa Teresa en Avila, junto a una iglesia románica, son también ejemplos de actuaciones muy controvertidas y constestadas.

Las tres propuestas tuvieron una fuerte oposición ciudadana, incluso con la intervención del órgano que asesora a la Unesco en materia de patrimonio (Icomos) en el caso de Salamanca y Avila, pero sólo Las Adoratrices se paró y modificó. Pasó también con el Louvre o el museo Pompidou de París, y hasta el Guggenheim de Bilbao se enfrentó a quienes querían conservar la imagen de la ría. La confrontación no empieza ni acaba ahora.