Fue primero oficina del Banco Español de Crédito hasta que en 1941 Eleuterio Mendoza fundó en este local, entonces propiedad de Manuel Rodríguez, sus célebres Almacenes Mendoza, que eran como El Corte Inglés en chico porque allí encontrabas de todo: ropa, juguetes, colonias, alpargatas, cintas de raso, cintas de seda... Almacenes Mendoza era una tienda enorme, con sus suelos y mostradores de madera y un taburete altísimo al que algunos empleados tenían que subirse para poder llegar a la caja registradora. El local, en la esquina con Ríos Verdes, ocupaba un lugar privilegiado en aquel General Ezponda que rebosaba de vida y de pujantes negocios: la droguería de Macedo, la farmacia de Arjona, la barbería de Tato, la dulcería con sus bambas de crema, El Pato, El Cisne Negro, la joyería Nevado, la librería Sanguino, la sastrería de Santos, El Rastro, que era una tienda de los Villegas, La Cueva, o el Hotel Castilla, que fue el segundo establecimiento hotelero de Cáceres que obtuvo licencia oficial después del Extremadura.

Luego ese local fue adquirido por Emilio Rey Holguín, que se lo alquiló a Antonio Oliva, que era un registrador de la propiedad muy conocido de Cáceres. En él, el célebre hostelero de la Cafetería El Pato montó la Ferretería Rey, que prestó sus servicios durante 20 años y en la que, entre otros muchos empleados, trabajaron Fernando Campón o Curro, que habían estado antes en Bautista Abad, otra ferretería que se abrió en la calle Moret, donde hoy se encuentra el Lizarrán.

El negocio terminó cerrando y hace unos seis o siete años que Emilio, uno de los hijos de Emilio Rey, se quedó con este local que ahora volverá a dar vida a General Ezponda. Lo hará gracias a otro Emilio, hijo de Emilio Rey y nieto del patriarca de esta estirpe de hosteleros cacereños.

El joven empresario ha confiado en el prestigioso arquitecto Ángel González para hacer de este local agradecido y diáfano, de 120 metros cuadrados, una nueva cafetería churrería en una de las arterias de la plaza Mayor más concurridas por los turistas. El local conservará, en su nuevo diseño, un estilo limpio, «manteniendo la columna central de la que partirá la iluminación con guirnaldas», explica Rey. «Tendrá cocina con vistas a los clientes y dos barras, una para glup-glup (bebidas) y otra para ñam-ñam (comidas)», añade.

Allí, el hostelero ofrecerá zumos naturales, batidos, tartas caseras, bocadillos, infusiones, opciones veganas, churros para celíacos, brownie... Las previsiones es que las obras puedan comenzar en dos semanas y la intención de Emilio Rey es que el local pueda estar abierto antes de Navidad.. Contará con gente joven como empleados y prevé descuentos para aquellos que presenten el carnet joven. «Es bueno revitalizar esta zona con una cafetería», dijo Rey.

General Ezponda fue una calle de boyantes negocios y castizas bodegas de imborrable memoria: Máquinas Singer, la jefatura provincial del Movimiento, la pastelería de Carlos Becerra, la joyería Bomar, al lado Pañerías Lanel (de los Prieto), Autoservicio Aparicio, la bodega de los vinos dulces de Celestino, la frutería de Aquilino, el bar Amador... Ahora, Emilio Rey, todo un valiente, prueba suerte. De momento, la cosa tiene buena pinta.