Lo he decidido. Quiero ser un dilecto antisistema. Y para ello, desde hoy, voy a estudiar a fondo qué es -o qué significa- esta palabreja de invención reciente que cuenta, al parecer, con un marcado sentido político, pero que da libertad a sus seguidores para romper esquemas, establecer mecanismos ultraliberales para organizarnos como queramos y no marca ningún punto de remordimientos para aquellos que no los cumplan.

Quiero saber para qué sirve ser antisistema en un mundo tan descabalado y falto de honestidad como el que nos ha tocado habitar. Y, sobre todo, cómo puede un ciudadano de a pié llegar a ser un notorio antisistema y demostrar su valía.

Ya me ocurrió en el pasado con otro sincero deseo de ser populista. Lo consulté en miles de libros, folletos, octavillas, periódicos de derechas y de izquierdas, etc. Y en cada uno encontré definiciones distintas y contradictorias. Unas referidas al carácter populista de los partidos conservadores, ultras, fascistoides y a los Frentes Nacionales; articulados, en su mayoría, dentro de la Unión Europea. También encontré otras acepciones referidas a los colectivos de izquierdas, filosocialistas o claramente comunistas, por sus afán de engatusar a las gentes de buena voluntad, engañándoles con promesas, doctrinas o proyecciones de futuro, que eran imposibles de alcanzar por los métodos legales plutocráticos y dogmáticos que se usan habitualmente en los Estados liberal-conservadores. Por eso quiero informarme a fondo de qué es un sistema y cómo se puede luchar contra él.

Según el diccionario, los sistemas existen entre los planetas y cuerpos celestes del Cosmos. Precisamente, hace unas semanas, a finales de febrero, descubrieron un sistema planetario muy aprovechable porque solamente está situado a unos 40.000 años luz -a la vuelta de la esquina, como quien dice- y puede que alguno de aquellos planetas tenga agua corriente. Existen también sistemas algebraicos, sistemas métricos y otras varias clases de ellos. Pero me parecería una simpleza hacerme anti sistema planetario, ecuacional, constructivo o métrico-decimal.

LA DEFINICIÓN de antisistema que he visto en un diccionario de términos políticos me ha convencido bastante más para decantarme por serlo. Dice así: antisistema: Persona o grupo de personas que con una ideología disconforme con el orden político o social establecido se manifiestan contra la discriminación, contra la globalización, contra el liberal-capitalismo, contra las leyes que limitan derechos y libertades o contra el predominio de los grandes grupos de presión en el Estado. ¡Justo lo que yo quiero ser¡.

Viviendo en España, bajo un gobierno conservador; condenados recientemente muchos de sus dirigentes por cohecho y fraude; que somete a las poblaciones menos dotadas a recortes, desahucios, privaciones y desempleo, cuyos líderes se han dedicado durante años a la especulación en provecho propio o de sus clientes; parece increíble que la mayoría de los españoles no quieran salir del sistema, hacerse antisistema e implantar un orden nuevo en el que predomine la justicia, la equidad, la solidaridad y el buen hacer político.

«¡No votéis a los ladrones, que os robarán las pensiones!» Decía una de las pancartas enarboladas por los abueletes, cuando se manifestaban en una de las numerosísimas algaradas callejeras en contra del Gobierno. Abueletes antisistema que han llegado a comprender realmente qué es un sistema de corrupción continua, cómo se deben destruir sus «murallas» de injusticia, de desigualdad y de desvergüenza por métodos legales y democráticos.