En nuestra aparente avanzada sociedad los profesores siguen afrontando los problemas derivados de la falta de personal, la escasa capacitación y la baja consideración social. Pero los profesores continúan siendo la llave de la sostenibilidad y la capacidad nacional para lograr el aprendizaje y crear sociedades basadas en el conocimiento, los valores y la ética. Ayer fue el Día Mundial de los Docentes aunque en España seguimos hablando de Artur Mas. Afortunadamente siempre nos quedará Antonio Arévalo, 15 años en el Colegio San Antonio de Padua, hoy guardián del Real Monasterio de Guadalupe, que habla para El Periódico de lo importante que es el docente frente a la acracia social que nos persigue.

--Ahora la gente habla más de la independencia de Cataluña que de lo que pasa en las aulas. ¿Cree que la educación importa un comino?

--Creo que la educación es la base del propio país. Y muchos de los problemas que tiene ahora España son cuestión de educación y de formación, de cómo los políticos desean tener a gente mansa que les siga. Históricamente la educación ha sido un punto usado por las autoridades para crear un determinado modelo de persona.

--¿Por qué en la sociedad de hoy el malo es el profesor?

--El malo no es el profesor sino que es la parte más débil. En ocasiones los padres tienen una expectativas sobre los hijos que éstos no logran. Entonces le echan la culpa equivocadamente al docente.

--Desde la época de la Segunda República la educación ha sido objeto de sucesivas reformas, ¿qué está fallando?

--No es que esté fallando algo sino que existe una intención de control por parte de quien tiene el gobierno para formar al ciudadano de una determinada manera y poder organizar la sociedad desde la escuela.

--¿Quién fue su mejor profesor?

--Fue una monja, la hermana Escalona que me dio clase en la escuela de Fuente del Maestre a principios de los años 60. Era una mujer menuda y sargentona, pero con gran vocación de educar y formar. Me enseñó tres cosas fundamentales en mi vida: a leer, a escribir y a rezar, y con esas tres cosas he sido felicísimo.

--¿Cuál fue su mejor alumno?

--Estuve 15 años en el San Antonio, así que tendría tantos nombres que ahora no le podría decir...

--Como la respuesta era la esperada, diga cuál es, a su juicio, el modelo ideal de alumno...

--El modelo ideal es el de una persona despierta, respetuosa, dialogante, interesada por la cultura y... buen deportista. Tengo varios nombres que reunían ese perfil pero, evidentemente, no voy a citar ninguno.

--¿Qué concepto tiene del docente un colegio católico?

--Cada colegio tiene un modelo pero el profesor debe ser el que ayude al alumno a conocerse a sí mismo, el gran compañero de un viaje largo que comienza a los 3 años y culmina a las puertas de la universidad. A partir de ahí el alumno tendrá una autonomía personal y será alguien que ame profundamente la libertad --la suya y la de los demás--, que ame la verdad y la solidaridad. Por eso el profesor debe curar o enderezar lo que vaya viendo que en el alumno no va por buen camino.

--Un profesor decía hace unos días en televisión: "Nunca antes tuve tantos recursos, nunca hice tantos cursos de capacitación y, sin embargo, nunca tuve tantas dificultades como las que tengo ahora para enseñar..."

--Para ser profesor hay que tener vocación. La enseñanza no puede ser una profesión. El planteamiento de un educador no puede ser el de enfrentarse a un alumno. Hay que transmitir conocimientos, pero con afecto, interés y participación.

--Ya, pero aún así surgen episodios de violencia en las aulas...

--Ese tipo de conductas no son más que el reflejo de una parte de la sociedad, que se ha desbordado por la falta de autoridad. Qué le vamos a pedir al alumno si quien ejerce la autoridad se la salta a la torera para vivir en una acracia total. Vivir en un estado democrático y en régimen de libertades no nos hace mejores ciudadanos por decreto. Hay que educar en esos valores.

--Sí, pero cuando usted enseñaba, lo que decía el maestro era sagrado, ahora lo sagrado es lo que dicen en "Mujeres, hombres y viceversa"...

--¡Qué horror! Afortunadamente en el mundo juvenil hay otros programas, pero es cierto que la sociedad ha cambiado muchísimo. A veces el alumno no quiere comprender que le tienen que enseñar y corregir, y como eso no le gusta se enfrenta al profesor y entonces es cuando los conflictos brotan en el aula. La propia sociedad ha cambiado tan radicalmente de valores que en ocasiones es difícil que afloren la justicia, la bondad y la verdad. Pasado el tiempo es cuando muchos alumnos, que ya se han pegado el batacazo, aprecian esas cosas que les decía el profesor y que sin embargo despreciaron.