Nunca he tenido miedo. Saqué fuerzas y continué porque hay que afrontar las cosas y tratar de superar los malos tragos". Con entereza y valentía habla Antonio González García, otra víctima de un atentado terrorista. ETA colocó una bomba a un metro de su cama cuando estaba destinado en un cuartel de Fuenterrabía, en Guipuzcoa.

Natural de la localidad cacereña de Cerezo, Antonio fue destinado forzoso en 1965 al País Vasco, donde permaneció hasta 1972. El 18 de julio de 1969, a las 6.55 horas, cuando todos dormían, los terroristas accionaron la bomba y Antonio quedó inconsciente y envuelto en escombros. Lo llevaron rápidamente a casa de una familia vasca que vivía muy cerca del cuartel y comprobaron que tenía una fuerte hemorragia en los oídos. De allí fue al hospital. El atentado le causó lesiones auditivas y ahora está jubilado después de haber pasado por un tribunal médico.

Desde su residencia familiar en Hervás apela al diálogo para hacer frente a un conflicto que, según asegura, "es muy difícil de resolver".