-Hable de Marquetalia...

-Hay dos Marquetalia, una en la que se fundaron las FARC y que es mítica en la historia de Colombia, y otra la que fundó mi bisabuelo, que está en el oriente de Caldas, el lugar donde nació la madre de Manuel Marulanda Vélez Tirofijo (cofundador de las FARC) y que queda en la cordillera central colombiana. Es un pueblo campesino, eminentemente cafetero. Tuvo una etapa de mucha riqueza gracias a sus siete minas de oro y a los precios internacionales del café. Era una sociedad inicialmente muy culta; ahora es el principal productor nacional de aguacate y el paisaje es maravilloso, bellísimo...

-¿Cómo fue su viaje hasta allí?

-Nací en Don Benito, el pueblo de mi madre, pero me llevaron de 6 meses y allí fue donde pasé mi infancia. Mi padre, que era colombiano de Marquetalia, vino a estudiar Medicina a España. Aquí se enamoró de mi madre, se casaron y decidieron marchar. Nos fuimos en un crucero por el Atlántico, en un barco italiano, el Amerigo Vespucci (dice mi madre que lo disfruté muchísimo). Después de hacer varias paradas en el Caribe llegamos a Cartagena de Indias, de ahí en avión hasta Bogotá, y de Bogotá a Marquetalia en pichirilo. Cuando llegamos, mi madre quedó alucinada al ver aquellas calles sin pavimentar, polvorientas, con luz y agua muy poco tiempo al día y bastante deficiente en servicios públicos, distinto a lo de España. Pero ella encontró el cariño y el afecto de la gente, y la integraron inmediatamente. Al final no se quería venir.

-Ha publicado ‘Sueños eróticos de un adolescente empedernido’. ¿Qué le ha pasado a la sociedad para perder el erotismo?

-Es tan materialista que ha hecho que se transgreda y se pervierta el sentido clásico del erotismo. Es una sociedad muy exhibicionista. Lo vemos en Twitter, en Facebook... todos nos estamos mostrando continuamente. Es un cultivo del yo de una forma egolátrica. Cuando eres un sujeto público de alguna manera se entiende, pero personajes privados, comunes y corrientes, creo que pecan de ello en exceso.

-Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia decidieron en 1964 bombardear Marquetalia. ¿Estuvo justificado el nacimiento del grupo guerrillero marxista leninista de extrema izquierda?

-De alguna manera sí. Porque ellos inicialmente no eran comunistas, eran liberales. Tirofijo militó en el Partido Liberal, en las guerrillas liberales del Llano. Se entregó, hizo un pacto con el gobierno de Rojas Pinilla en los años 50, en la época de Guadalupe Salcedo, y los engañaron. El problema fundamental de Colombia es la riqueza que hay y que está en manos de muy pocos. Hay grandes desigualdades sociales, y esto hasta que no se resuelva, y lo digo ya mirando el presente, difícilmente se podrá cambiar.

-La firma del acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla pone fin a la guerra civil más antigua del continente americano. ¿Cree que ese acuerdo podrá ser mejorado con el tiempo?

-Sí. Colombia ha tenido muchísimos procesos de paz, pero ninguno ha sido capaz de yugular y abortar la guerra porque no han sido integradores, no han ido a corregir problemas de fondo del país como la desigualdad social o la dificultad de acceso a los servicios públicos. Ahora bien, pienso que aunque esta paz es imperfecta, es deseable. Conozco al líder del equipo negociador del gobierno, Humberto de la Calle Lombana, fue vicepresidente de Colombia y embajador en España, es una persona muy inteligente, muy culta y con un talente conciliador que es realmente admirable. Los acuerdos alcanzados son insuficientes para satisfacer a todo el mundo, pero ahora creo que viene lo más importante, que es la aplicación de ese tratado posconflicto donde de verdad se debe ver la buena voluntad del gobierno, del Estado, de corregir todos esos problemas.

-El apoyo de Noruega, pero más el de Cuba, ha sido determinante para la consolidación del acuerdo de paz. ¿La lucha armada, como finalmente reconoció Fidel, no era el camino?

-Nunca es el camino. A Cuba le dio rédito para alcanzar el gobierno, pero cuando se accede al gobierno por la vía violenta te queda ese tic de usar lo represivo y lo violento para gobernar.

-¿Ningún proceso de paz se hace sino para desarmar a los guerreros, buscar su reinserción y garantizar que continúen su lucha por la vía del debate en democracia y no por las armas?

-Debiera producirse porque uno de los puntos del acuerdo es permitir que la guerrilla de las FARC tenga representación tanto en el Senado como en la cámara de representantes. Un porcentaje realmente bajo, pero suficiente para que ellos puedan expresar sus ideas políticas y tratar de convencer a mucha gente de que el desarme es beneficioso. Si dejan de ser extremistas y violentos pueden hacer aportes importantes a la paz en el país.

-¿Colombia está perdida en el paraíso?

-Un poco confusa. Es un país maravilloso que tiene mucha riqueza. Y hay algo que le recuerdo a muchos españoles, en razón al debate identitario y de los nacionalismos a ultranza, y es que hay más diferencias étnicas y culturales entre un costeño de la Guajira y un pastuso de Nariño o un paisa de Antioquia, de Medellín o de Manizales, que las que tenemos en España entre Cataluña, el País Vasco, Extremadura..., y sin embargo la gente es capaz de convivir. Creo que aquí se nos ha ido de las manos y Colombia es un ejemplo porque ha sabido integrar mejor que nadie las distintas culturas y razas que allí han llegado, no exento de épocas violentas y procesos a veces muy dolorosos. Pero en la actualidad, más allá de lo político y lo económico, racial y culturalmente la gente se respeta mucho y se siente orgullosa de todo lo que conforma la nacionalidad colombiana.

-Borges imaginaba el paraíso con la forma de una biblioteca...

-Para mí el paraíso es la infancia y el lugar excepcional donde viví. Luego lo contaminó la violencia y la politiquería.

-¿Cree entonces que por la violencia, los desplazamientos, los exilios, los traumas, Colombia es un país siempre en fuga?

-Sí. Es uno de los países con más diáspora del mundo. Solo en Barcelona vivían 80.000 colombianos, en España unos 600.000. En Estados Unidos, no digamos. Se habla de que cerca de la mitad de la población de Colombia se tuvo que marchar por el conflicto.

-Y ese conflicto está plagado de especies venenosas: narcos, militares corruptos...

-Sí, y que además tienen un vocero. No digo que todo el Centro Democrático participe de esto, pero la posición que ha tomado el expresidente Álvaro Uribe está haciendo mucho daño al proceso de paz, y luego el paramilitarismo y el narcotráfico, que han contaminado transversalmente a la sociedad colombiana y la ha desmoralizado en su acepción ética. Son situaciones muy riesgosas porque mucha gente aspira al éxito social por la vía del enriquecimiento fácil y eso se logra con el sicariato o siendo mulas transportando drogas. El esfuerzo de la ascensión social e intelectual por la vía del estudio no está tan valorado. Aunque uno ahora detecta en los jóvenes una gran voluntad de formarse, de tener una carrera, desafortunadamente no hay demasiadas universidades públicas en el país.

-Su país ha vivido un conficto brutal, sangriento y eterno. ¿Usted como escritor cree que la guerra esta en el inconsciente colectivo de los colombianos?

-La guerra produce miedo y se va interiorizando. Uno como escritor debe señalar el camino, ayudar a la gente. Creo en la responsabilidad social del escritor.

-Medellín es una de las ciudades más innovadoras de Colombia, pero hace 14 años es también la ciudad con la mayor fosa común a cielo abierto, La Escombrera. ¿La paz debe llegar a las víctimas de las desapariciones?

-Por supuesto. Visitar esa zona de la ciudad te produce congoja y te pone la piel de gallina. Medellín vive esas grandes contradicciones que son generalizables a todo el país. Allí llegaron cientos de desplazados: los negros del Pacífico, los de la costa, los de las regiones cafeteras... pero es memorable la apuesta tan grande que están haciendo por la educación y por el respeto cívico, por los bienes comunitarios y por el otro.

-¿Cree que hay que reclamar una paz no solo para las élites sino también para los pobres?

-Entiendo que debe cobijar a todo el mundo. Esa paz para los pobres se resuelve con una reforma agraria importante, una redistribución de la riqueza y facilitar el acceso a la educación y los servicios públicos de la mayor parte posible de la población. El gobierno tiene que hacer un gran esfuerzo. Si lo hace, se va a lograr la verdadera paz.

-Las autoridades del país reclaman a Hector Arboleda, el enfermero de las FARC, como supuesto autor de unos 300 abortos forzados a guerrilleras en condiciones infrahumanas...

-Es probable que haya sucedido esto pero habría que valorar en qué condiciones se dieron esos embarazos, si fueron fruto de violaciones, de relaciones no consentidas, con menores, gente con limitación para cuidar a sus hijos... Es muy respetable la vida pero también hay que pensar en esas otras cosas. A la guerrilla llegó gente muy culta, muy formada y de distintas profesiones. Aquí entraría a valorar si los procedimientos de este enfermero se hicieron en condiciones sanitarias y de higiene adecuadas.

-¿Qué es la droga?

-Es uno de los mayores estigmas de la humanidad, pero es algo que está ligado al desarrollo del ser humano. Hay momentos históricos y sociológicos en que ese consumo es comprensible, verbigracia de los estimulantes durante y después de la Segunda Guerra Mundial o los alucinógenos por los hippies en los 60.

-¿Los guerrilleros tendrán que desligarse de las mafias narco?

-Sí. Recibieron al principio financiación de Rusia y Cuba y aportes de los campesinos, pero cuando tuvieron que autofinanciarse lo hicieron por la vía del secuestro y el narcotráfico. Eso es horrible.

-¿Es acertada la analogía entre el ‘no’ de Colombia al proceso de paz y el Brexit en Inglaterra?

-Son circunstancias muy distintas pero sí es verdad que las encuestas se están equivocando y la sociedad está aprendiendo que hay que engañar a los encuestadores porque no quiere que condicionen su pensamiento. Y de otra parte, está el papel que juegan las redes sociales. El establishment cree que controlando los medios masivos de comunicación como periódicos o teles oficiales ya tiene el control de la población. Si no se hace un proceso didáctico muy claro y muy elemental, los resultados serán los de Colombia. El discurso de Álvaro Uribe apoyando el ‘no’ era muy elemental, dos o tres frases, y con eso logró movilizar a gran cantidad de colombianos.

-¿Qué opina de la foto Santos-Timochenko. Ve a Timochenko en el Palacio de Nariño en 2018?

-Me pareció una foto histórica porque al menos hubo voluntad de encuentro. No veo a Timochenko en el solio de Bolívar ni en 2018, ni en 2028 ni en 2040, aunque sí su participación más activa en la política nacional. Si hacen las cosas bien pueden lograrse grandes avances.

-Desde España se ha comparado a las FARC con ETA...

-La de ETA es una lucha independentista e identitaria. La de las FARC, social y política.

-¿Extremadura vive de espaldas a América Latina?

-Extremadura se ha equivocado y se sigue equivocando con América y tiene que esforzarse mucho más en estrechar vínculos con América por el potencial poblacional y económico que tiene.

-¿Qué es ser médico?

-Se parece a ser escritor porque implica una gran capacidad de observación, análisis, discernimiento para el diagnóstico y tratamiento. Y si esto no va ligado a la sensibilidad y al respeto por el otro, no concibo la medicina.

-¿Qué es la muerte?

-La he mamado muy de cerca. Mi padre era médico, Marquetalia era un pueblo muy violento donde todos los días teníamos asesinatos. Con 6 o 7 años me colé y vi mi primera necropsia. Trabajé como médico forense porque había gran necesidad de esa especialidad en el país. Me gustan los toros y lo que me llama la atención es ese instante en el que se enfrentan el hombre y el toro y va a ocurrir la muerte. El paso a ese otro más allá que no sabemos qué es, le ha preocupado siempre a la humanidad. Los que somos un poquitico ateos tenemos un gran problema: ¿qué es lo que hay más allá, qué es lo que ha dado sentido a todo esto?

-¿Cómo ve el acuerdo entre PP y PSOE en asuntos como el salario mínimo interprofesional?

-Creo que hay que implicar también a los empresarios. Se están pagando salarios realmente denigrantes. Hay gente pobre, que sobrevive con muy poquito dinero y lo más grave es que esto ha ocurrido en un periodo muy corto. De pronto ha llegado el batacazo. He visto gente que ha muerto, y no me cabe la menor duda, deprimida y triste por la grave situación económica propia o de su familia.

-¿Y cree en este gobierno?

-Soy de ideas socialistas y no creo en este gobierno.

-Y ya para terminar, estamos en Don Benito, la ciudad de los dones, ¿cómo es su vida aquí?

-Me he integrado muy bien y viajo con frecuencia a Colombia. Me gusta Don Benito pero sigue siendo un pueblo elitista con una sociedad clasista, cuando lo que debería importar es quién eres y no de qué familia vienes.