Son las 14.45 horas y, como cada día, la ambulancia de turno enciende los cuatro intermitentes para estacionar en doble fila en la avenida de Dulcinea. Tras abrir las puertas, pone en funcionamiento la rampa móvil para que Conchi Babiano pueda bajar y llegar a su casa después de su sesión de rehabilitación diaria.

Esta cacereña, a la que tuvieron que amputar una pierna en julio del pasado año y que sufre también problemas de visión, acude a rehabilitación de lunes a viernes para fortalecer la prótesis que le fue instalada en su extremidad perdida. Sin embargo, a pesar de que desde hace meses dispone de dos rampas, una en la puerta de su domicilio (en el número 1 de la calle del Cerezo del barrio Las Trescientas) y otra que conecta la plaza exterior de su vivienda con la avenida de Dulcinea, sigue sufriendo incomodidades por las barreras arquitectónicas con las que se cruza.

Cada día, Conchi sale de casa acompañada por su marido, baja la rampa de su domicilio y sube la que conecta con la avenida de Dulcinea, donde le espera una ambulancia para llevarla a rehabilitación. Sin embargo, una vez en la acera de la avenida llegan los problemas, motivados por el bordillo que separa el acerado de la calzada. Si no hay coches estacionados, Conchi debe saltar el bordillo y, en el caso de que todos los aparcamientos estén ocupados, se ve obligada a dar un rodeo de unos 50 metros hasta el paso de cebra más cercano para poder subir a la ambulancia que la recoge cada día, que suele estacionar en doble fila.

"Un peligro"

Por ello, esta cacereña demanda que se habilite una plaza de aparcamiento para discapacitados justo en la conexión de la rampa con la avenida de Dulcinea, además de la correspondiente eliminación del bordillo que supone una barrera para su día a día. "Al menos que supriman el bordillo solo en un tramo, el que conecta con la rampa", apunta Conchi Babiano, para quien supone "un peligro" el subirse y bajarse de la ambulancia de la manera que lo tiene que hacer cada día.

Conchi lleva esperando un aparcamiento para minusválidos siete meses. La primera vez que ésta cacereña solicitó por escrito al ayuntamiento la adecuación tanto del acceso a su vivienda como la conexión con la avenida de Dulcinea fue el 13 de julio del 2015. Meses después, el 18 de octubre del pasado año, volvió a demandar lo mismo añadiendo a su solicitud la habilitación también de una plaza de aparcamiento para discapacitados justo donde 'desemboca' la rampa.

En abril

El equipo de gobierno local, a través de la Brigada de Obras, construyó la rampa que une su calle con la avenida de Dulcinea a principios del pasado mes de abril. No obstante, el concejal del PSOE Andrés Licerán, que visitó personalmente el resultado de la obra, criticó la actuación del equipo de gobierno local, que "está más preocupado en decir que ha dado soluciones antes de acabar la solución del todo", señala.

El edil socialista criticó que el ayuntamiento construyera una rampa pero "sin dar una solución real al problema de esta mujer, que no puede ni acceder a la ambulancia que viene a recogerla todos los días". En ese sentido, Licerán hizo hincapié en que "presumimos de ciudad accesible cuando la realidad es otra bien distinta", concluye.