Antes de encaminarnos hacia la Ribera del Marco, aprovechando que nos quedamos en el paseo Alto, pueden acercarse a la ermita de Santa Gertrudis en la calle de su nombre, con sobria y encalada fachada. De su antigüedad sólo resta, al exterior, la portada ojival, que, ahora, parece ser, se pretende ampliar para permitir la salida de los pasos procesionales que alberga. Esperemos que la sensatez se imponga. Elegimos el camino que prefiramos para llegar hasta allí. Les propongo bajar por la ronda del Matadero hasta el puente de Vadillo e ir disfrutando, así, de la Ribera.

¿Quién no conoce en Cáceres Fuente Concejo? Es, sin duda, uno de los lugares más castizos y tradicionales, y también más queridos. Quizá es el lugar donde más lágrimas se derraman, al recibirse y despedirse aquí, oficialmente, a nuestra patrona la Virgen de la Montaña. El topónimo es bastante descriptivo: fuente, por ser manantial de agua y del concejo, por ser de propiedad del municipio. Se accede a ella bajando unas escaleras de cantería y, si lo hacen, no se asusten del lamentable estado en el que encontrarán la fuente, abandonada a su suerte.

A estas alturas del año aún hay mosquitos, pero no tantos como en otras en las que, como si nos retrotrajéramos en el tiempo, bien puede parecer, por las bandadas de estos insectos que nos encontramos, que estuviéramos en la época en la que el tifus y el paludismo eran enfermedades endémicas en Cáceres. Piensen que, hasta bien entrado el siglo XX, ésta era uno de los surtidores de los que Cáceres se abastecía, e, incluso, después de la instalación de los aguaduchos de la plaza Mayor, de la canalización del agua de las Minas, de las fuentes de la Concepción y la Concordia, los cacereños no se fiaban de la calidad de sus aguas y se negaban a abandonar su tradicional hábito de beber de las --entonces-- sanas fuentes de su entorno.

No sólo existía ésta, estaban también las del Rey, Fuente Fría y Fuente Rocha en la Ribera del Marco, Fuente Nueva en los Pilares de San Francisco, Aguas Vivas, Hinche, Fuente Barba y la Madrila, en las estribaciones de la Sierrilla y la Fuente Santa en el Alcor de Santa Ana, junto a otras que aparecieron en época más reciente debido a la canalización del agua, como la del paseo Alto o las dos citadas en el párrafo anterior. La tipología era variada.

CARACTERES Fuente Concejo se organiza como un gran volumen de sólida fábrica de cantería, de planta rectangular y con cubiertas a dos aguas. La mitad presenta arcos de medio punto en su zona inferior (a través de los cuales se accede a la cisterna) y el resto de ojiva ligeramente apuntada. Sobre ella se encuentra un antiquísimo blasón, el más antiguo de los escudos reales que se conocen en Cáceres, con el cuartelado de Castilla y León anterior, por tanto, al reinado de Isabel I y Fernando V. No existen ejemplos similares en las cercanías, a excepción del magnífico ejemplar que se conserva en las escaleras internas que suben a la alcaldía del Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres, aunque ambos presentan diferencias formales.

Este escudo bien podría remontar su origen (por la tipología de labra) a los tiempos en que Cáceres, contra su fuero, fue señorío de Enrique IV, siendo Príncipe de Asturias, aunque la justificación que dio entonces su padre, Juan II, es que Cáceres era Villa de Realengo y tan Corona era el Rey como su hijo. Idénticos motivos darían, años más tarde los Reyes Católicos cuando entregaron la Villa como señorío a su hijo el Príncipe Juan. Este escudo lo catalogó Cordero Alvarado en 1989, pero en 1991 dijo que había desaparecido, aunque aquí sigue. Es vergonzoso que una de las mejores muestras de nuestra heráldica (que es riquísima) se vea sumida en este lugar donde reina la desidia y expuesta a que cualquier desaprensivo la dañe o sustraiga.

Sobre la antigüedad de las fuentes debemos remontarnos al fuero, que afirma que toda mulier que lauare ena fonte de Caceres de los moiones que pusieren alcaldes et maiordomos adentro peche i morabedi la metad aquel que la tomare et la metad a conceio. Et si esto no apertaren alcaldes et maiordomos sit illis in periurio . Háganse una idea de la importancia del agua en una localidad como ésta, carente de río.

El 25 de abril de 1905 visitó Cáceres un jovencísimo Alfonso XIII. Deseando subir al santuario, salió del ayuntamiento en el landó de Lesmes Valhondo, pero al llegar aquí se detuvo, contempló la fuente y quiso subir hasta la cima a caballo. Unos momentos antes, una vieja que había sido cantinera en el ejército liberal que luchó por su abuela Isabel II, llamada Catalina, la Moco, besó sus manos emocionada. Las aguas de la Ribera no se acuerdan del paso gallardo del Monarca, como no se acuerdan de las aguadoras, de los hortelanos, de los devotos... porque en su caminar -imparable- se llevan sus recuerdos. Yo me llevaré los míos, escondidos y ocultos, hacia las piedras eternas que todo custodian.