El trabajo en un yacimiento es solo la punta del iceberg arqueológico. Antes de iniciar la excavación es necesario un estudio previo minucioso del terreno, documentando cualquier hallazgo que se hubiera podido producir en él o cualquier alteración que pueda haberle afectado, además de catas en el terreno. Si las piezas que encuentran allí guardan algún valor, probablemente acaben expuestas o en los fondos de algún museo, pero antes de que eso suceda, se llevará a cabo un minucioso análisis sobre ellas para que ningún posible detalle pase por alto. En el inicio de esa fase, acompañó EL PERIODICO EXTREMADURA al grupo de Primeros Pobladores que trabaja estos días en los yacimientos de El Millar y la Cueva de Santa Ana.

"Todo comienza coordenando cada pieza en el yacimiento", explica Nova Barrero, una de las integrantes del equipo. Lo hacen inmediatamente después de extraerla. Se localiza como método de control, pero también para poder realizar reconstrucciones en tres dimensiones del yacimiento. "Todo eso, que antes se realizaba en fichas en papel, lo hacemos ahora a través una PDA", señala la investigadora. Se trata de un pequeño ordenador de mano en el que introducen todos esos datos para luego descargarlos en un ordenador en el que se acumula toda la información.

El volumen de material recogido hace que este tipo de medidas sea esencial para garantizar el control. "Solo en El Millar se han recogido en torno a 1.000 piezas cada una de las diez temporadas de excavaciones, mientras que en Maltravieso, aunque el número de piezas es inferior, se han recogido unas 500 piezas por campaña", calcula la integrante de Primeros Pobladores.

Y el control continúa durante todo el proceso. Las bolsas llegan al laboratorio etiquetadas con un número que han imprimido en la propia excavación desde la PDA.

"Cada tarde sacamos los listados con la relación de piezas del día", relata. Comprueban que el material que tienen se corresponde con lo que aparece en el listado. Tras eso se lleva a cabo el lavado de cada pieza, cuidadoso, para que el agua retire la suciedad pero sin causar daños que puedan provocar un deterioro o pérdida de información. "Buena parte de las piezas que sacamos son herramientas en piedra y sus bordes pueden contener restos que nos pueden indicar para qué se han usado", relata Luna Peña, otra de las integrantes. El paso siguiente es grabar en la pieza y de una forma reversible (que se pueda retirar si es necesario) los datos básicos que permitan identificarla si se perdiera la bolsa etiquetada en la que se introduce cada una.

El análisis

Ahí termina el trabajo que se lleva a cabo inmediatamente después de recoger cada pieza. Después llega la verdadera investigación, el análisis. Pero ahí el trabajo es lento. "En ocasiones la pieza está dentro de un bloque de sedimentos del que hay que sacarlo", añade. Además las piezas se derivan a distintos integrantes del grupo especializados en distintas áreas de estudio. "Una compañera ha hecho la tesina de industria lítica, un cuarzo,el que sacamos en El Millar, y otro compañero en la fauna de Maltravieso", explica Barrero.

Mientras siguen extrayendo piezas del yacimiento de El Millar estos días, una de las integrantes del equipo se encuentra además en un laboratorio situado en Malpartida de Cáceres preparando para el análisis parte del material que salió de la última campaña en la Cueva de Maltravieso, en el 2008. Su parte en esta cadena es la de rescatar esas piezas atrapadas en bloques, con la ayuda del utensilios menos agresivos posible (por este orden pincel, palillo, bisturí, vibroincisor y herramientas metálicas). Cuando habla con este diario tiene en sus manos un fragmento que salió en esa campaña, al que le han introducido adhesivo para evitar su deterioro. "Mi objetivo es que la pieza esté en las mejores condiciones "no para ir a un museo, sino para poder continuar la investigación", señala Laura Mateos, restauradora del equipo. Cuando la pieza esté totalmente desprovista de residuos, quedará lista para que el experto en Maltravieso comience a escuchar todos los secretos que guarde de los pobladores de cueva.