La Junta de Extremadura invertirá 20 millones de euros durante los próximos seis años para hacer de la ciudad monumental el escaparate en el que Europa tenga obligatoriamente que mirarse en el año 2016. El Proyecto Intramuros: de Cáceres a Europa , la más ambiciosa intervención urbanística que ha conocido el recinto histórico --prevé arreglos de calles, plazas, reapertura de locales comerciales-- pasó ayer su primera prueba de fuego: el nuevo diseño de la plaza Mayor.

Y aunque Intramuros es mucho más que la reordenación de la ciudadela, no cabe duda de que la intervención en este espacio siempre ha generado gran controversia en el seno de la sociedad cacereña. Fue la unión temporal de empresas Mecsa-Thuban la que finalmente ganó el concurso abierto por el Consorcio Cáceres 2016 para la ejecución de este proyecto. El equipo de arquitectos formado por Francisco Pol, Antonino Antequera y Asunción Rodríguez Montejano han sido los artífices del nuevo diseño.

Hay pocas responsabilidades tan importantes en la vida profesional de un arquitecto como intervenir en una plaza Mayor. En un espacio de tal magnitud, el arquitecto debe trabajar para todos los perfiles de edad, de formas de vida, de actividad y de cultura. Cuando Francisco Pol habla de la plaza comienza citando Esto no es una pipa , el cuadro del pintor surrealista belga René Magritte, al que compara con la ciudadela cacereña diciendo que la plaza de Cáceres no es una plaza y que el reto del equipo arquitectónico era, precisamente, convertirla en una plaza. Problemas de uso, de forma y de elementos que la integran impiden que la cacereña sea una plaza en el sentido que deberíamos dar a ese término.

Esta ha sido la premisa de la que ha partido el trabajo. Antonino Antequera, que ayer aseguraba a este diario que "como arquitecto y como cacereño" este proyecto es el que tiene para él mayor atractivo profesional, insistía en que el nuevo diseño ha intentado acomodar usos más que buscar propuestas exhuberantes. "Es un proyecto --relataba Antequera-- hecho desde la contención y desde la sensibilidad, con tratamientos sutiles, materiales coherentes, que no va a provocar ninguna disonancia y espero que sea bien aceptado".

La idea de rehabilitación de estos tres arquitectos debe ponerse ahora en manos de una empresa que la ejecute. Se trata de una obra compleja, complicada, pero el Consorcio promete que se optará por firmas "de alto compromiso de ejecución" porque en Intramuros, anhelo y sueño del 2016, "no se escatimarán ni esfuerzos ni medios económicos".