Un peatón se dispone a cruzar un paso de cebra, lo encuentra en rojo y debe pararse. Al mismo tiempo llega un coche, ve la luz en ámbar intermitente y también tiene que detenerse. Consecuencia: confusión para los viandantes, según denuncian algunos de ellos, y confusión de igual modo para los conductores. De hecho, esta situación contradictoria no gusta nada a algunos de los que más tiempo pasan en la calle con sus vehículos: los profesores de autoescuela. Ellos manifiestan que muchos de los semáforos de la ciudad suelen provocar a menudo acciones peligrosas. Está por ver si la próxima puesta en marcha de los semáforos inteligentes ayudan a paliar el inconveniente.

«El problema es que los semáforos no se encuentran unificados; los hay con pulsadores y sin pulsadores, los que tienen luz en ámbar y los que no...», describe Javier Miralles, dueño y profesor de la Autoescuela Gran Vía, que presidió también durante varios años el colectivo de las autoescuelas de Cáceres. «Desde que pusieron los semáforos intermitentes hace, más o menos, una década, todo ha ido a peor. ¿Por qué, por ejemplo, si tenemos que girar a la derecha debemos ceder el paso? Al final es peligroso», valora.

Para argumentar su postura, Miralles señala al semáforo de la Renfe, donde, afirma, se da usualmente esta situación contradictoria: peatones y vehículos tienen que detenerse a la vez. Aunque añade que el problema con la seguridad vial en la ciudad no se acaba ahí. «También hay glorietas sin señalizar. Además, ya hemos comprobado que en las que tienen dos carriles se circula mejor que en las de tres». Por último, reivindica mejoras en algunos pasos de peatones, como el de la avenida Virgen de Guadalupe, frente al hotel Alcántara, o en semáforos como los de la calle Argentina, «donde hay que retirar toda la arboleda que los tapa».

Fátima Morán, profesora de la Autoescuela Europa, también lamenta esta contradicción. «En otras ciudades no funciona así. Nosotros, en muchos casos e independientemente de cómo esté el paso de peatones, tenemos que detenernos». Para Morán, esta situación puede conllevar riesgo, ya que, frecuentemente, se ven obligados a pararse con demasiada antelación, con el consiguiente peligro para los coches que circulan detrás. Y también propone soluciones. «La solución pasaría por que los conductores sólo tuvieran la opción de rojo o verde. Que quiten el ámbar. Evitaríamos muchos golpes y quitaríamos peligro», sostiene, y enuncia también algunos de los semáforos más conflictivos que, a su juicio, tiene la capital cacereña. «Entre Ruta de la Plata y R-66 hay cuatro semáforos con pulsador que conllevan riesgo. Además, algunos de los alumnos suspenden ahí en nuestra autoescuela», lamenta.

Y muchos peatones y conductores particulares también reflejan esta contradicción. Ricardo Arnay lo hace a través de un carta remitida a El Periódico Extremadura. «Un semáforo con luz ámbar en Ronda Norte supone vía libre para que los vehículos pasen. Ahora bien, si nos trasladamos con el coche a la avenida de la Hispanidad, y vemos que también hay semáforos con luz intermitente, aquí tienen preferencia los peatones. Creo que todo esto genera confusión», critica Arnay, que plantea una solución sencilla. «Para mejorar la seguridad vial, yo creo que lo mejor es que los semáforos tuvieran los colores de toda la vida: verde, ámbar y rojo», finaliza.