Casi 5.000 pueblos están en peligro de extinción según el informe de la Federación Española de Municipios y Provincias. Los jóvenes se marchan y los ancianos lo harán algún día... sin relevo generacional. En su lugar se abre un desierto demográfico. Acebo, uno de los municipios más bellos de Cáceres, ha sufrido además el peor de los golpes: el devastador incendio de Sierra de Gata arrasó hace dos años nada menos que el 80% de su término. Por ello, mientras otras localidades hacen sonar las alarmas y piden medidas, este municipio de 600 vecinos ha tomado las riendas de su futuro y ha iniciado su propio programa de recuperación. Concede tierras para proyectos agrícolas, ganaderos o de transformación de los productos del campo, a cambio de que los beneficiarios se vayan a vivir al pueblo, pero además tutoriza el proceso con ayudas técnicas. Las respuestas son masivas: de momento han llegado un millar de solicitudes de Canadá, China o Hispanoamérica.

Acebo no se encuentra todavía en el escenario de un municipio agónico. Tiene vida, tiene servicios, por tanto tiene ‘gancho’ para los nuevos inquilinos y un horizonte que puede escapar de la tendencia rural hacia la extinción. Francisco Javier Alviz Rodríguez es su alcalde (PP) desde hace diez años. Con un campo que se ha ido abandonando en las últimas décadas como en otros municipios, con dos actividades como el turismo y la construcción que no pueden tirar por sí solas del pueblo, y con el mazazo del fuego, «no sabíamos cómo afrontar la coyuntura hasta que un vecino, Dionisio Romero, propuso esta solución», explica el alcalde.

DOBLE BENEFICIO / Una solución que además puede ser doble: «por un lado, evitar el despoblamiento; por otro, favorecer que los vecinos y los nuevos residentes introduzcan en esos terrenos que vamos a ceder --aproximadamente 2.000 hectáreas-- nuevos cultivos no tan propicios para los incendios», subraya el edil.

El artífice y coordinador del proyecto, Dionisio Romero, dejó Madrid hace muchos años para asentarse en la tranquila Sierra de Gata. Fue nada menos que el creador de la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente y subdirector gerente de la misma «hasta que me vine a vivir a la naturaleza», relata. Dedicado profesionalmente a la comunicación y la realización audiovisual, especialista en desarrollo social y medio ambiente, es también el responsable de comunicación del Proyecto Mosaico, impulsado por la Junta y desarrollado por la Universidad de Extremadura (Uex) para evitar la catástrofe de otro fuego similar en las comarcas norcacereñas de Sierra de Gata y Las Hurdes. «Nuestro proyecto surgió precisamente de la búsqueda de alternativas tras el incendio, está claro que la principal causa es el descuido del campo, relacionado con el descenso de la población. Acebo, por ejemplo, tiene 54 kilómetros cuadrados de tierra prácticamente sin uso, donde han crecido el pino y la maleza de forma descontrolada, una masa combustible que arde con fiereza. La cesión de tierras que proponemos combate a la vez el abandono del pueblo y del campo para luchar contra el invierno demográfico», explica Dionisio Romero.

cuarenta PAÍSES / El proyecto se denomina ‘Acebo, un pueblo para vivir y trabajar’. Se ha divulgado al mundo mediante la web ‘vivirenacebo.es’, que ha servido de punta de lanza. «Lo hicimos coincidir con el informe devastador de la FEMPEX y el INE sobre el futuro de los pueblos, y al día siguiente ya nos estaban llamando de medios de tirada nacional y de cadenas de televisión», indica el coordinador del proyecto. «La web se ha visto en más de 40 países, hay días que recibe 4.000 visitas. Hasta ahora nos han remitido más de 1.000 correos de solicitudes para venir a vivir al pueblo desde China, Sudáfrica, Canadá, California o varios países hispanoamericanos, y por supuesto muchos españoles», detalla Dionisio Romero.

Se dará prioridad a los habitantes de Acebo (hay algunos interesados), y tras ellos a las iniciativas que lleguen de España, «porque no tiene sentido embarcar a personas que viven a miles de kilómetros ya que el proceso es complejo y necesitan venir a cubrir varios trámites». Además, Acebo dispone de unas 50 casas en venta y menos de una veintena en alquiler. «No hay capacidad para acoger a todos los interesados y no todos los proyectos se ajustan a las condiciones. Pretendemos que sean pequeñas o medianas explotaciones que permitan vivir a un buen número de familias, que a su vez den vida al pueblo. Tampoco se trata de instalar en Acebo una megaindustria», matiza el alcalde. «La respuesta ha sido impresionante, con una avalancha de solicitudes. Nos piden información a través de los correos electrónicos, de la página web, del teléfono que suena cada dos por tres. Las propuestas de proyectos ya están en estudio», señala Francisco Javier Alviz.

Aparte de la zona de alta montaña, que no se puede utilizar por motivos obvios, «en el monte de utilidad pública propiedad del ayuntamiento tenemos entorno a 1.180 hectáreas de las cuales se pondrían en uso aproximadamente 800, porque las otras pertenecen a la dehesa. Luego contamos con 3.200 hectáreas de baldío, de las que más de 1.000 estarían disponibles», calcula el alcalde. En suma, unas 2.000 hectáreas de buena tierra y agua abundante que se cederán en usufructo, «bien totalmente gratuitas o, si no es posible, con un canon simbólico». Todo el rendimiento que se obtenga será para los beneficiarios, pero el día que dejen esta actividad por la causa que fuese (hastío, jubilación...), las parcelas revertirán siempre al ayuntamiento.

«Ya estamos trabajando en firme con más de 50 iniciativas», anuncia Dionisio Romero, entre ellas media docena de proyectos de pastoreo de cabras y ovejas, cuatro de apicultura, una decena relacionados con actividades agrarias (sobre todo frutales), otros tres para granjas de aves (incluso ocas), algún proyecto industrial de transformación y hasta una firma ya consolidada con interés en la propuesta. «Están viniendo los emprendedores a conocer el pueblo, la próxima será una mujer de Andalucía que quiere instalarse con cabras y la siguiente semana otros dos. Además, la campaña ha captado la atención de personas que no necesitan tierras, pero les atrae Acebo, y nos han llamado porque sopesan venirse con sus negocios, como un exportador y un empresario de venta online», precisa el coordinador.

El plan va incluso más allá: coordina todas las acciones con la Uex a través del Proyecto Mosaico. «Ofrecemos asesoramiento técnico, económico y financiero mediante el equipo de ingenieros agrónomos, ingenieros forestales, veterinarios y otros profesionales que facilita la propia Uex. A los promotores interesados en ocupar las tierras les podemos poner en relación con estos técnicos a la hora de preparar un plan de negocio, de buscar variedad de sistemas de gestión agronómica o ganadera», señala Dionisio Romero. También se les orienta sobre las ayudas de emprendimiento agrario que tiene activas la Junta de Extremadura o la propia PAC (actualmente llegan hasta 70.000 euros a fondo perdido).

Pero toda esta vorágine de buenas intenciones tiene un escollo. Muchos proyectos no se llevarán a cabo si se aplica a rajatabla la Ley de Montes, que establece que un terreno quemado no puede cambiar su uso en treinta años, «lo cual es un suicidio para estos pueblos», advierte Romero. «Por ejemplo --explica--, Acebo vio arder casi el 90% de su municipio y si no se genera esta economía, con la renovación del campo y de la población, será una muerte anunciada».

PROBLEMA «SERIO» / Por ello, una vez recopiladas las propuestas viables y cartografiadas en colaboración con el Proyecto Mosaico (el 6 de junio está llamado el pueblo a una reunión), solicitarán una reunión con la Junta de Extremadura, «porque es un problema muy serio», señala el coordinador.

«Esperamos que exista un poco de sensibilidad en las administraciones en aras a ir cambiando cultivos que no suponga tanto combustible para los incendios», agrega el alcalde. «El pino no es malo, ni mucho menos --aclara--, en unos años repoblará la sierra y siempre ha aportado beneficios a muchas familias, pero no suele cuidarse tanto como otros cultivos, no se hacen entresacas y al final pasa lo que pasa con el fuego», concluye el primer edil.