He llegado a la conclusión de que o los madrileños son imbéciles o la gente habla de memoria. Según parece los madrileños son unos individuos que prefieren vivir en Cáceres y trabajar en Madrid. Esto se ha concluido después de que alguien asegurara que miles de madrileños viven en Ciudad Real y trabajan en Madrid gracias al AVE.

Pero resulta que en Ciudad Real solamente tienen constancia de que la población ha aumentado en dos personas. El hijo de Isabel y Miguel y el de Pepi y Turi.

Antes el ave más rentable era la gallina de los huevos de oro. Ahora es el AVE. Los precios de los pisos suben, pues si poner un parque en los alrededores hizo subir el precio de las viviendas en San Francisco, no digamos nada del tren. Y si ahora se llenan los hoteles, qué será cuando tengamos el medio de comunicación por excelencia. Pero como los viajeros del Ave no son unos viajeros cualquiera se necesitan hoteles de cinco estrellas, comedores de cinco tenedores y bares de cinco copas. ¿Serán los pisos de cinco metros o de cinco dormitorios?. No. De quinientos mil euros. Claro que no todo el mundo está contento. Me cuentan que los de El Corte Inglés de Madrid están indignados. Porque ahora todo cacereño que se traslada a Madrid a solucionar un asunto es posible que no visite el despacho adecuado, pero con toda seguridad acudirá a El Corte Inglés, porque tiempo tiene. Con el tren no será así, pues saldrá de Cáceres a las ocho, llegará a las nueve y media, hará las gestiones oportunas y volverá en el tren de las trece cuarenta. A comer en casita. Y quien dice los cacereños dice los placentinos y hasta los tornavaqueños. Por eso El Corte Inglés va a abrir una tienda en Cáceres. Dicen que de oportunidades o rebajas. Vete tú a saber. A lo peor se trata de saldos y ropa del siglo pasado.