Hay muchas maneras de aprobar. Una es estudiar, preferida por el profesorado y poco practicada por los estudiantes. Otra es copiar. Tampoco debemos olvidar el enchufe, una práctica muy española en la que participan familiares, amigos, vecinos y amigos de amigos. Y finalmente la ayuda divina. En nuestros tiempos raro era el libro o cuaderno de chicas que no llevaba la leyenda ´Virgen santa, Virgen pura, haz que apruebe este asignatura´. Por si no fuera suficiente, en hojas salteadas aparecían jaculatorias y peticiones concretas. La familia no debía confiar en exceso en el trabajo filial pues estaba pendiente de la fecha de los exámenes. "Abuela, reza por mí que me examino mañana de latín". La abuela preguntaba la hora y durante ese trecho procuraba llamar la atención de los santos. No era extraño que hiciera alguna promesa. "He prometido que si apruebas subirás andando a la Montaña". Hombre, podías haber pensado en una peregrinación a Cancún. Para reforzar el enchufe divino se hacían novenas. La preferida, con es de suponer tratándose de Cáceres, era a la Virgen de la Montaña. Tenían lugar en mayo. A primeras horas de la mañana quedábamos en Fuente Concejo, o Fuente Fría, y subíamos con la intención de rebajar el récord de la subida pedestre, que debía estar cerca de la media hora. Eso hasta que cumplías 15 añitos. Luego subías con unas chicas, bajabas con otras y así durante toda la mañana. Estas prácticas tenían éxito con el cura don Casimiro, con el Mona, que era cura, y algún otro. Pero con Tristancho no servían para nada. Ni con el latín, a pesar de ser la lengua oficial de la Iglesia.