Cada dos o tres años, la ciudad feliz se promete a sí misma ser moderna y acabar con la estética del cabo Piris y Juan de Avalos que la sujeta fuertemente a la caspa y al pasado, pero las buenas intenciones se diluyen pronto en agua: el ayuntamiento acaba instalando una fuente fabulosa.

Los bustos, las palmeras, las fuentes y las farolas isabelinas son los símbolos urbanos del inmovilismo estético municipal y Cáceres no acaba de sacudirse esa manía por lo rancio. La ciudad feliz es un itinerario escultórico anticuado, hiperrealista y repetitivo jalonado por leoncias, nazarenos, avutardas, mineros, lavanderas, conquistadores a caballo, indios conquistados, donjuanes , pierresdecubertines ... Con la guinda final de la maravillosa azafata megapija de Cabezarrubia.

Inspiración Pompidou

De vez en cuando, surge una voz disonante que se empeña en las vanguardias como cuando hace dos años se lanzó la moderna campaña Cáceres 21 . Pero luego, como siempre, se recuperó el empeño en poner fuentes estilo Montjuic. Por lo menos podían inspirarse en la del Centro Pompidou de París, que es más barata y divertida.

Hace ya 25 años que Jaime Velázquez, entonces presidente de la Diputación, quiso acabar con lo que él entendía como "mala imagen que Cáceres padecía a nivel nacional". Para ello, impulsó certámenes de pintura y escultura que removieron las esencias castizas.

A Velázquez, la izquierda local lo acusó de elitista porque esto de ser charro y carpetovetónico no es de izquierdas ni de derechas, sino que parece consustancial con el cacereñismo. De hecho, cuando el arquitecto Sainz de Oiza estuvo a punto de hacer un palacio de congresos en San Francisco conjugando monumentalidad y atrevimiento, las diatribas internas de la izquierda local acabaron con el proyecto.

También le faltó valentía a la izquierda cuando el arquitecto Bofill proyectó un barrio a lo Montpellier en Los Fratres. Es más, para leer a críticos que sigan el arte de vanguardia con interés y lo expliquen con sustancia hay que recurrir antes a suplementos culturales de diarios conservadores como El Mundo o ABC que a periódicos progresistas como El País .

Pero en el ayuntamiento de la ciudad feliz parecen no enterarse de por dónde van los tiros y creen que más allá de Juan de Avalos, todo el arte es marxista. Bueno, lo creían, porque si atendemos a la concejala de Cultura, Cristina Leirachá, parece que se han acabado las fuentes, las avutardas y las azafatas, o al menos, tendrán que convivir con otras propuestas estéticas.

Leirachá ha dicho en este periódico que Cáceres "necesita pulir su aire poco vanguardista". La concejala reconoce que la ciudad feliz tiene un estilo poco moderno y que debe dar "una oferta más vanguardista y menos de bisbales".

Concejala sorprendente

Que una concejala con mando en plaza reconozca que hay que pulir el aire poco moderno de su ciudad es un soplo de aire fresco inimaginable. Que proponga ofrecer vanguardia en Cáceres significa que algo puede empezar a cambiar en el reino de Juan de Avalos y las fuentes luminosas. La ciudad feliz es también Foro Sur , es el paseo de las esculturas del parque del Príncipe, es el museo Vostell y será la colección Helga de Alvear. Esos son los poderes de Cáceres para acercarse a la meta del 2016, no las fuentes de imitación Buigas.

Corroborando las declaraciones de la concejala Leirachá, la coordinadora de las exposiciones de Cáceres 2016 , Rosa Perales, adelantaba la primera muestra que organizará la oficina de la candidatura. Se titulará En torno al bacalao y su concepción y contenido parecen participar de ese propósito municipal de cepillarle la caspa a la ciudad feliz .