Tal y como me habían indicado en una información, subí hasta la planta tercera del ayuntamiento y me presenté ante el concejal de baldosas traicioneras.
Buenas. Es que iba paseando mi amiga Regina, pisó una baldosa y se le mojaron las piernas.
"¿Y cómo son las piernas de Regina?", preguntó.
Preciosas. En eso hay consenso.
"¿La derecha o la izquierda?".
Ambas, pues cuando sintió el agua en la pierna derecha dio un salto y cayó sobre otra baldosa más traicionera aún que le mojó la izquierda y parte de la falda.
"Pues precisamente estamos preparando un programa de ayuda a las víctimas de baldosas traicioneras".
Según me contó van a colocar en cada calle de la ciudad unos dispensadores de toallas para secarse las piernas, unos cepillos para limpiar pantalones y zapatos, y secadores. Lo de la plancha resulta más complejo y no hay presupuesto. Y si se pilla un resfriado dispensarán paracetamol gratis.
Animado por la amabilidad del concejal me atreví a proponer: ¿Y no sería conveniente poner a disposición de los peatones un mapa con la localización de las baldosas traicioneras?. Se quedó pensando unos minutos... "Imposible. Tendríamos que señalar casi todo el mapa. Pero vamos a proporcionar a precios asequibles unos paraguas DBT (Detectores de Baldosas Traicioneras) para que los ciudadanos puedan circular con mayor seguridad. Son made in China".
A punto de salir por la puerta me dio otra buena noticia: "En invierno vamos a poner agua caliente bajo las baldosas para evitar catarros y cistitis, y regalaremos los tres tomos del diccionario de insultos a concejales".
Si es que son como madres.