Hasta bien entrados los años cincuenta del siglo pasado era muy difícil, y pecado, bañarse en Cáceres. Los lugares frecuentados eran los zonches. Había uno muy conocido en la finca que los Villegas tenían en la carretera de Trujillo.

Pero si no tenías un amigo con zonche no te quedaba otro remedio que acudir al Guadiloba, que era por entonces un río famoso y apetecible, aunque lejano debido al transporte de la época: la bicicleta o las piernas.

Durante una temporada se puso de moda el baño en el Tajo. Como estaba destinado a los potentados que disfrutaban de auto los demás nos conformábamos con los rumores". Se bañan juntos hombres y mujeres". "Las tías con unos bañadores escandalosos". Ni que decir tiene que las personas de orden se lanzaron a una campaña de desacreditación que consiguió el efecto contrario: hacerle publicidad.

El Frente de Juventudes construyó una piscina en el Espíritu Santo, ´el Espiri´, que como era natural por entonces, solamente la disfrutaban los hombres. Incluso la novedosa piscina de la Ciudad Deportiva era exclusiva del sexo masculino hasta que se dividieron los días de la semana con las féminas. Tardó en darse un paso trascendental y muy criticado por la clerecía: Una piscina para hombres y otra para mujeres.