Varios establecimientos hosteleros de la ciudad han saltado a las páginas de los diarios recientemente por su relación con delitos contra la salud pública. El 10 de junio fue detenido en el bar Atenea, de la calle Trajano, un individuo de 52 años que responde a las iniciales J. H. C. La policía se incautó de 55 gramos de cocaína y de 19.000 euros. Fuentes de la investigación explicaron que se usaba el local como centro de operaciones para vender cocaína a pequeña escala.

El 19 de junio, el dueño y un camarero del bar Tapas, en la avenida de Alemania, eran detenidos porque la policía encontró en el local 7 gramos de cocaína y material para elaborar papelinas. De hecho, el dueño fue detenido in fraganti preparando las papelinas.

El martes 22 de julio la operación policial fue en La Taberna de Abraham, en San Blas. Fue detenido J. M. F. M., conocido como El colorado , después de que se encontraran en el local 5 gramos de cocaína y útiles diversos para la preparación y venta de la droga. Como en los otros casos, se había montado un dispositivo de vigilancia sobre el local al ver que al mismo acudían consumidores habituales de drogas.

Por último, el 30 de julio, M. F. F., de 61 años, era detenido en el bar Cali, aunque en esta ocasión fuentes de la investigación descartaron que hubiera relación entre el bar y el presunto traficante, que tenía su centro de operaciones en una vivienda de la calle Ecuador pero distribuía la droga en bares como el citado o Las Claras.

La relación de bares cacereños con las drogas no es reciente. En la memoria de muchos están nombres como Los Pícaros, La Cuerda, Mayyo o Escudo de Oro.