Cuida de lo pequeño, busca el silencio, recorre las habitaciones del alma. Detrás de su timidez habita Basilio Sánchez, el hombre que hace poesía de la palabra.

--Cuando era niño y me preguntaban qué quería ser de mayor respondía que poeta...

--Yo nunca supe qué responder. A los 17 años, una vez excluida la posibilidad de continuar en el negocio de calzados de mi padre debido a mi incorregible timidez con el público, tuve que decidir en último momento la carrera a la que debería dedicarme el resto de mi vida.

--A mi padre no le gustaba, él hubiera preferido tener un notario en casa...

--El mío nunca dejó de alentar una elección estrictamente personal. Aunque albergara, sin decírnoslo, la esperanza de que alguno de los hermanos lo acompañase en el negocio, como así sucedió finalmente.

--Al final dejé de ser poeta y me hice periodista...

--Escogí medicina por dos motivos: primero por pertenecer al ámbito de las ciencias en una época de mi vida en la que la lengua y la literatura suponían para mí escollos insalvables, y segundo por su presumible carácter humanitario. Lo de la poesía vendría más tarde, y casi por azar.

--Pero de un modo u otro siempre he creído en las casualidades del destino...

--Los grandes conceptos abstractos nunca me han quitado el sueño.

--Por ejemplo, uno de mis primeros artículos se titulaba: Los bosques interiores, un oscuro itinerario hacia la luz ...

--Los bosques interiores , mi segundo libro, inaugura mi voz poética personal, a la que he tratado de guardar fidelidad en mis libros posteriores.

--Luego su mujer ayudaría a la mía a dar a luz a mi primer hijo...

--Maribel es una fuente inagotable de luz, es la portadora de la alcuza de la que hablaba Dámaso. A ella están dedicados todos mis libros.

--Horas más tarde mi pequeño ingresó en la UCI del San Pedro. Tras una semana, ganó la batalla...

--Lo nuestro es una sucesión de batallas personales con nuestra propia existencia. Las que tienen lugar en la UCI, son más cruentas. Por eso allí los sentimientos humanos afloran con toda su intensidad y sin enmascaramientos.

--Ahí me di cuenta de que, como dice uno de sus poemas, había mucha vida aguardando en la penumbra ...

--Probablemente haya más vida en la oscuridad que bajo las deflagraciones del amanecer.

--Y que contemplándole a través de los cristales me conocí a mí mismo...

--El conocimiento es una savia oscura que se abre paso a través de esos capilares secretos.

--Y que los médicos no solo sacan muelas, también te ayudan cuando te encuentras en la profundidad de la caverna...

--Los médicos y los escritores proyectan sombras chinescas en las paredes de las grutas que nos ayudan a encontrar el camino de la salida.

--Y que frente al egoísmo de un hijo está la generosidad de un padre...

--En El cuenco de la mano un hombre le ofrece la suya a su hijo de 7 años mientras pasea por los alrededores de su ciudad. Gracias a esa mano --manchada con el óleo de su cuadros-- ese niño aprenderá a andar solo unos años después y, quizás, a escribir con imágenes sobre el lienzo humilde de su cuartilla.

--Ese fue mi viaje íntimo y evolutivo...

--Un paseo de hora y media con tu padre cuando aún no levantas un palmo del suelo es un viaje interior que luego se reproducirá hasta el infinito.

--Desde entonces me siento hombre porque sé que tengo capacidad para el llanto y para la supervivencia...

--Ser hombre es eso: abandonarse al ejercicio humilde de la supervivencia ayudado por nuestra capacidad para el llanto y por esos fugaces momentos en los que uno llega a intuir que todo está bien, y que llamamos felicidad.

--Ahora el destino vuelve a ponernos frente a frente y yo estoy muy contento por ello...

--La alegría es mutua.

--Porque es un médico y un poeta que recorre el interior del cuerpo pero también el alma...

--El médico, como tal, también tiene que recorrer las habitaciones del alma: no hay otro camino para la curación. El médico y el escritor conviven, pero no se mezclan; intento que los médicos no me consideren un buen poeta y que los poetas no lleguen a tenerme como un buen médico.

--Es poeta en una era donde se hace poca poesía y mucha telebasura...

--Tanto el libro como la televisión pueden ser objetos de una contemplación atenta. El esfuerzo es diferente, no cabe duda, pero cada uno debe saber lo que necesita, qué le proporciona más satisfacción, mayor crecimiento.

--Y parece complicado que nuestras aulas entiendan todo lo bello que Dulce María Loinaz escribió desde La Habana...

--Para mí, que empecé a escribir a los 23 o 24 años, el que un poema se entienda o no a los 17 años me trae sin cuidado. Lo importante a esa edad es tener inquietudes, buscar algo más que el olvido de sí mismo en el ejercicio desbordante de algunas formas de ocio.

--Mientras, aún hay gente, como usted, que cuidan de su huerto...

--Imagino que será una metáfora, porque yo no tengo huerto. Lo que si es verdad es que procuro cuidar de lo pequeño, de lo que está cerca de las manos, de todo lo que humaniza un poco más nuestra existencia. Mi posesión más preciada es mi capacidad para valorar muchas pequeñas cosas insignificantes.

--Quiero decir, vive en un mundo rural huyendo del urbano...

--Una escenografía para mis poemas distinta a la de este entorno supondría un fingimiento, un fraude sin escrúpulos para quienes me leen y para mí mismo.

--Yo sin embargo, aún no he conseguido vivir despacio y sin intimidaciones...

--No basta con vivir en una ciudad lenta. El silencio es necesario para la creación, pero el ritmo de la vida no nos lo da cuando queremos, por eso tenemos que buscarlo como espigadores, agachándonos un momento en medio de la multitud.

--¿Por qué escribe?

--Imagino que porque soy alguien a quien conforta el trato día a día con las palabras. Quizás, también, porque es una forma de mirar, y los hombres estamos preparados para todo menos para la ceguera.

--¿Qué es la capitalidad?

--Un intento probablemente lícito de atraer las miradas de nuestros contemporáneos, de presentarles envuelta en papel de celofán esta ciudad serena, acogedora y tan sumamente respetuosa con nuestra memoria.

--¿Me dedica un verso?

--Mejor dos: Aprended a cantar, que el aire es vuestro, dijo el último pájaro .