"Cuando ocurrió lo del chapapote mucha gente nos echó una mano. Ahora ayudo como puedo a Cáceres. Es mejor que estar por ahí con unas birras" . El gallego Bryan hacía esta reflexión cargado de latas y tetrabrik junto al viejo sanatorio de la Montaña. Llevaba tres horas recogiendo basura por toda la falda con Iñigo, de Navarra, Tinguaro, de Canarias, y Polten, de Cataluña, "todos de la compañía 12, que conste". Cien soldados del Cimov y 300 niños y jóvenes cacereños participaron ayer en la campaña Verde es vida , organizada por el Instituto Municipal de Juventud y Conyser para limpiar la Sierra de la Mosca y abrir las conciencias. Del cuartel llegaron tres autobuses y hasta los arrestados se apuntaron voluntarios, pero no les dejaron ir.

Un auténtico regimiento verde partió de Colón a las diez de la mañana para hacer una batida por la solana y parte de la umbría de la Montaña. Había equipos de tres colores: los que llevaban polo y bolsa gris se encargaban de los residuos orgánicos; polo y bolsa amarilla, envases; y polo y bolsa azul, cartón y papel. Además recibieron guantes para no pincharse, gorras y un sabroso picnic preparado por El Puchero con bocatas de tortilla, pimientos y bacon, refrescos y fruta. "Sólo los monitores recogen el vidrio en unos contenedores especiales", explicó el concejal de Juventud, Javier Castellano. Y los soldados, muy habilidosos, recibieron un palo con punta de hierro para hacer rápido el trabajo.

Residuos a elegir

Claro que los colores no clarificaban mucho en algunas ocasiones, porque aparecer, apareció de todo: "¿Esta bota dónde la pongo, en envases o en materia orgánica?" "¿Y esta tumbona?" "¿Qué hago con la silla?", "¿Y con esta cinta de cassette?" "Anda, una percha, ¡y mira, un frigorífico!". Pero por encima de latas, aerosoles y productos de higiene íntima, los residuos del botellón se llevaban la palma. "Los cacereños no cuidan su entorno, y lo que es peor: la mayoría de la basura la dejan los jóvenes: botellas, envases...", explicaron Jesús y Juan Carlos Morán, jefes de servicio de Conyser, que instalaron contenedores en todo el recorrido y tuvieron que reforzarlos.

Los chavales trabajaban concienciados. No era para menos. Según Juan Carlos Morán, que ofreció una charla inicial, "el vidrio y el plástico PET --muy utilizado-- tardan entre 3.000 y 5.000 años en degradarse". "No sólo estamos aquí para limpiar --agregó--, sino para reutilizar estos residuos, que pueden reciclarse tantas veces como una persona educada los tire al contenedor".

Y la jornada surtió efecto. Marta, Estrella, Natalia y Laura, de 12 años, prometieron usar el contenedor si de mayores organizan un botellón , "porque a lo mejor lo hacemos o a lo mejor no". Los scouts no pararon, fieles a la máxima de su fundador, Baden Powell: "Hay que dejar el mundo mejor que lo encontramos" . Al menos en la Montaña cumplieron con creces.