La Asamblea de Extremadura ha publicado recientemente el patrimonio de sus diputados. Puesto que se trata de la declaración que han elaborado los interesados sin aportar ningún documento oficial ni es susceptible de revisión por ningún órgano, su credibilidad es nula, pues junto a quienes hayan sido rigurosos en su declaración los habrá que la han manipulado en mayor o menor medida, de manera que ni siquiera sirve para alimentar el morbo.

La situación económica de un político no debe tener ninguna trascendencia pues puede proceder de herencias, de su propio trabajo o incluso de golpes de fortuna y pertenece a su intimidad, por lo que revelarla es un ejercicio de demagogia a no ser que sirva para compararse con el patrimonio que acumule tras abandonar su etapa política. Porque la política en realidad no hace millonario a nadie si no se sale de los cauces legales, aunque es cierto que aumenta los ingresos de algunos, incluso los inaugura a veces, y también disminuye los de otros, como por ejemplo el caso de determinadas profesiones liberales.

Los comportamientos de ciertos políticos levantan sospechas, a veces justificadas y la mayor parte de ellas injustificadas, y debiera conducir al menos a las instituciones a actuar con prudencia y claridad. Eso es lo que se echa de menos en el Reglamento de la Asamblea en el que aparece un apartado que es digno de consideración. En concreto se trata del apartado 4 del capítulo segundo del artículo 22. Reza exactamente así: "La mesa de la Cámara establecerá una asignación de transición por fin de mandato para aquellos diputados que pierdan tal condición...". Los redactores del mismo no debían tener la conciencia muy tranquila cuando prefieren utilizar el eufemismo de "asignación de transición" en lugar del más adecuado de blindaje.

¿Tan duro resulta dejar de ser diputado que es necesaria incluso una paga extra para dulcificarlo? ¿Qué tipo de transición ha de llevar a cabo el exdiputado para que necesite una ayuda económica de este tipo? Como es natural, la cuantía se fijará por la mesa de la Cámara. Es decir, por los mismos diputados. Yo creo que no están los tiempos para tales privilegios.