Lucía Peña dejó Colombia para empezar de cero después de su separación y para buscar un futuro mejor. Hace siete años llegó a Cáceres para trabajar de asistenta. Hoy está casada con un cacereño, trabaja para el ayuntamiento en la ayuda a domicilio y ha podido traerse a sus dos hijas. Ella cuenta todo eso mientras degusta una especie de ensalada argentina llamada sombrero chino .

Muy cerca de ella, Natalia Bodnar, ucraniana casada también con un cacereño al que conoció en su viajes a la ciudad como bailarina de un grupo participante del Festival de los Pueblos del Mundo, se sirve un poco de zeriche de camarón , una especialidad ecuatoriana que le encanta por los langostinos.

Bocado a bocado, ambas saborean su integración en una cultura que no es la suya, muy lejos de su país, con la ayuda de la Universidad Popular. Este organismo fue el que organizó ayer la comida intercultural que compartieron, además de Lucía Peña y Natalia Bodnar, un grupo de inmigrantes representativo de los 1.940 que este año han participado de las actividades, cursos y talleres desarrollados por el Proyecto de Acogida e Integración Social de Inmigrantes del ayuntamiento.

Esta jornada gastronómica multicultural, que permitió degustar platos rumanos, argentinos, marroquíes, dominicanos y ecuatorianos, clausuró ayer el proyecto de integración. "La comida --afirma Lucía Peña-- es una forma de intercambio entre culturas diferentes".

La alcaldesa, Carmen Heras, asistió a la iniciativa y presentó además la edición de un libro de cocina para niños con recetas de diferentes países. Estos libros, de los que se han publicado 1.200 copias, se distribuirán en colegios. También como colofón a este proyecto, que tendrá continuidad con el programa europeo Urban, se ha editado la Guía básica para la inmigración , con consejos útiles para los extranjeros. "El objetivo es la plena integración y la igualdad de oportunidades", declaró Heras. La comida fue una vía más para conseguirlo.