Arranca la cuenta atrás para que Cáceres vea extender de nuevo la flamante alfombra roja y reciba entre flashes y aplausos una edición muy especial del Festival Solidario de Cine Español. Especial no sólo por el número que cumple -veinticinco, ni más ni menos-, sino porque sentiremos el vacío de una butaca que uno de los extremeños más grandes de este siglo ya no podrá ocupar.

Hace dos semanas decíamos adiós al rey de los efectos especiales de este país, y sobra hablar de los galardones que obtuvo, de sus premios goyas, o de sus nominaciones, porque sus reconocimientos van más allá del cine, recorren el cariño de su gente, de sus amigos, de su pueblo -Castilblanco-, y de la tierra que siempre llevó por bandera -Extremadura-. El talante, la experiencia y la genialidad le elevaron dentro de su profesión, convirtiéndole en el maestro de los maestros, haciéndole más conocido, pero no más grande, porque su grandeza radicaba en su sencillez, su buenhacer, su bienquerer y la enorme modestia que le caracterizaba.

Inevitable será echar la vista atrás en estas bodas de plata del festival para recordar a Reyes Abades, quien trabajó codo con codo con la Fundación Rebross desde -casi- sus inicios, apoyando incondicionalmente a la cita más importante de la ciudad con el celuloide.

Aún habremos de esperar un mes para que acudamos a la Gala de Premios San Pancracio, con la que concluirá esta 25 edición, pero desde ayer y hasta entonces, ya comienzan las primeras actividades programadas para hacer de esta cita ineludible una obligadísima asistencia. La sección infantil y juvenil arrancaba con la visita a los multicines de Cáceres de cientos de jóvenes (serán 4.650 alumnos y 22 centros educativos los que recorrerán las diversas salas), intentando extender el amor por el cine español a las nuevas generaciones. Expectantes estaremos ante el anuncio de las siguientes actividades que el Festival Solidario de Cine Español nos ofrezca.