Carbonato cálcico, disolvente, acetileno, más de 60.000 kilos de pintura y seis depósitos de resina con capacidad para 15.000 kilos fueron más que suficientes para que un solo chispazo hiciera saltar por los aires a Extremeña de Pinturas y Barnizes. La factoría de Malpartida de Cáceres se convirtió ayer en una olla a presión que mantuvo en vilo durante horas a todo el pueblo.

Pero la tragedia de Las Arenas pudo haber sido mayor. Varias situaciones lo evitaron. La primera, la labor de los bomberos, que lograron que las llamas no alcanzaran a los vecinos. La segunda fue la dirección del viento.

Cuando Santiago Moreno, jefe de fábrica, llegó al lugar de los hechos en torno a las cuatro de la tarde, su máxima preocupación era que el fuego hubiese alcanzado a los 10 depósitos de disolvente con capacidad para 18.000 litros que están enterrados bajo tierra. La suerte quiso que Moreno pudiera entrar en la fábrica y cerrara las llaves de los conductos. Un trabajador comentó: "Si el fuego llega al disolvente, saltamos todos por los aires".

LOS POLITICOS

La reacción institucional fue muy rápida. Al lugar de los hechos se desplazó la consejera de Presidencia de la Junta de Extremadura, María Antonia Trujillo, que supo animar a trabajadores y empresarios. "El gobierno --recordó-- dispone de líneas de colaboración para que la empresa se pueda reflotar". También estuvo, desde el principio, el alcalde de Malpartida, Antonio Jiménez.

Algunas empresas cercanas como Aeromecánicos Durán y Conrado Gómez resultaron afectadas. La industria lleva asentada en Malpartida 11 años y fue fundada por el empresario Carlos Lavara García, que ayer viajó desde Madrid a Malpartida, donde sus trabajadores estaban desolados. "La máquina diabólica --que recupera el disolvente-- ha pegado el petardazo", decían entre sollozos.