La plaza Marrón se recupera poco a poco. "Hace dos años esto no tenía nada que ver, estaban muchos locales cerrados", asegura Juan Manuel Blázquez, de la Churrería Vicenta Ruiz, el comercio más antiguo de la plaza. Solamente en los últimos seis meses, hasta cuatro negocios han abierto sus puertas en la plaza Marrón, dotando a la zona de un mayor tirón comercial. Hasta ahora, la mayoría de aperturas se quedaban a las puertas de lograr la estabilidad necesaria para mantener en funcionamiento los negocios. "Abrían y cerraban constantemente", añade Blázquez.

No obstante, hoy en día son 18 los negocios que se encuentran en funcionamiento. Dos peluquerías, un centro de tatuajes, una tienda de restauración de muebles y dos establecimientos hosteleros son algunas de las últimas aperturas.

Tribu Ink Tattoo, por ejemplo, abrió hace exactamente un año, concretamente en diciembre del 2014. Su dueño, Adriano Padró, de 25 años, trabajaba anteriormente desde su propia casa, hasta que "el volumen de trabajo comenzó a ser demasiado grande" y decidió apostar por abrir un negocio a pie de calle para "ampliar todavía más su cartera de clientes".

Padró, que confiesa que los inicios fueron "muy buenos, otoño y primavera no paré de trabajar", miró locales por diferentes barrios cacereños y se decantó por la plaza Marrón al tratarse de una "zona céntrica, que coge parte de la ciudad monumental y goza del tránsito de los peatones y vehículos del centro". Sobre su trabajo, Padró afirma que hace un tatuaje muy comercial. "No me limito a ningún estilo y por eso abarco a mucha clientela. No hago solo maorí o japonés, hago un poco de todo y adaptándome al presupuesto del cliente".

Por su parte, María Mendo, dueña de una peluquería-centro de estética que lleva su nombre, apenas lleva seis meses en marcha. "Abrí el 11 de abril de este año. He querido hacer esto desde hace mucho tiempo", descubre. Mendo, que de momento trabaja en solitario, aunque no descarta contratar algún empleado en un futuro, tuvo claro desde el primer momento el lugar donde iba a montar su negocio: la plaza Marrón. "Esto estaba prácticamente sin explotar, con muchos locales sin actividad. De unos meses para acá parece que está remontando la zona, que estaba bastante olvidada", apunta.

Los inicios para Mendo no fueron tan rodados como para Padró, aunque "poco a poco, gracias al boca a boca y a la gente del barrio que es muy cercana, estoy tirando para arriba". ¿La ventaja de trabajar en la plaza Marrón? El tránsito de peatones. "Es una zona de paso, vas a la plaza Mayor y pasas por aquí, sales de Cánovas y pasas por aquí...", señala la comerciante, que sí que echa en falta más aparcamientos. "Una señora vino ayer a hacerse el color, dejó el coche en la Mejostilla y cogió el autobús".

CARENCIAS No obstante, en la plaza Marrón aún existen hasta seis locales cerrados y los comerciantes continúan percibiendo una serie de carencias. Sobre todo, los negocios más antiguos de la plaza.

Blázquez, de la Churrería Vicenta Ruiz, el decano de Cáceres en cuanto a establecimientos de churros, ya que su apertura data de 1963, estaría a favor de la construcción de un párking subterráneo. "Plantearon un proyecto --de un párking-- en la plaza y me gustó, lo que pasa que al final no se acometió. Pero creo que, aunque sufriéramos las obras durante algunos meses, a la larga nos beneficiaría porque sin duda atraería a más público". El dueño de la Churrería no entiende como la plaza Marrón está "discriminada", ya que se encuentra a "cinco minutos" de la parte antigua y no gozan del alumbrado navideño del que sí disfrutan otras zonas céntricas de la ciudad.

El propietario de la Librería Renacer, Antonio González, que llevan 20 años al frente del negocio, asegura que el problema "son los alquileres". El precio que fijan los dueños de los locales en las rentas sigue siendo demasiado alto, "aunque es verdad que ha caído un poco ahora", y eso es lo que espanta a los emprendedores. Asimismo, la iluminación, dice, "debería mejorarse un poco más. Es bastante deficiente".

Con el dueño de la Librería Renacer coincide María José Julián, de la Mercería Flores, que lleva 17 años atendiendo a sus clientes y se queja de falta de visibilidad cuando cae el sol. "Esta semana, técnicos municipales, nos han colocado una farola en la calle Camino Llano y han arreglado otras dos porque teníamos que usar la linterna del móvil para alumbrar a la hora de cerrar la tienda". Igualmente, Julián asegura que pagan impues

tos "como si fuéramos zona centro pero no tenemos las mismas ventajas que los negocios de esa zona, como por ejemplo la plaza de San Juan, donde gozan de más animación y el ayuntamiento también le coloca el alumbrado navideño", remarca.

HELGA DE ALVEAR Asimismo, por otra parte, la plaza Marrón esta siendo protagonista de la ampliación que se está acometiendo del Museo Helga de Alvear, un atractivo que los comerciantes confían en que revitalizará aún más la zona.

A pesar de la paralización parcial de los trabajos que se ha producido esta semana, la obra, que lleva a cabo la empresa Vías y Construcciones, ampliará la superficie del museo hasta los 8.000 metros cuadrados, la mitad de los cuales se destinarán a salas expositivas.

La ampliación supondrá un coste de 10 millones de euros financiados a partes iguales por la Junta de Extremadura y la propia galerista Helga de Alvear, que cede también la casa anexa al actual edificio y sufraga el millón de euros que ha costado el proyecto arquitectónico. Por su parte, la Universidad de Extremadura aporta los terrenos del jardín que se utilizarán para llevar a cabo la ampliación (2.300 m2).