Cáceres es una ciudad universitaria. En verano, sus calles pierden vida con la marcha de los miles de estudiantes que no son naturales de la ciudad y regresan a sus hogares para disfrutar de las vacaciones. Sin embargo, a primeros de septiembre ese tiempo de ocio llega a su fin y los jóvenes vuelven a hacer las maletas rumbo a la capital cacereña para acabar, empezar o continuar con la carrera que han elegido. Es la rutina de cada año, y Cáceres lo necesita.

El curso 2017/18 comienza este lunes y la rutina de los universitarios al hacer vida en la ciudad repercute para bien en negocios de todos los sectores. Desde agencias inmobiliarias o residencias de estudiantes hasta las tiendas de ropa, souvenirs o alimentación, pasando por medios de transporte, bares, discotecas y otro tipo de locales de ocio, se ven beneficiados por la llegada de uno de sus principales públicos: el joven.

En la capital cacereña las matrículas de nuevo ingreso para el curso académico 2017/18 aún no están cerradas. Sin embargo, si se tienen en cuenta los datos del año pasado la ciudad acogerá a unos 7.000 nuevos habitantes, ya que, por ejemplo, el curso 2016/17 se cerró con 8.169 matriculados --además de los 985 que cursaron algún máster--, pero «alrededor de un 15 o 20%» ya reside en la ciudad, según apunta el secretario de la Federación Empresarial Cacereña (FEC), Pedro Rosado. A su vez, entre las carreras más demandadas para cursar en el campus cacereño, destaca el Grado en Educación Primaria, de la facultad de Formación del Profesorado, con 754 matriculados; Grado en Administración y Dirección de Empresas, de la facultad de Turismo, con 637 matriculados; y Grado en Veterinaria, de la facultad de Veterinaria, con 630 matriculados.

La pérdida de este público universitario sería «catastrófico» para Cáceres, analiza Rosado. «La población que llega tiene una serie de necesidades y afecta positiva y determinadamente en la economía de la ciudad. El comercio es uno de los grandes beneficiados pero también la hostelería, los gimnasios --algunos hacen ofertas especiales para universitarios--, librerías, empresas de reprografía...», añade. Y, por supuesto, repercute también en las empresas de transporte que conectan Cáceres con otros puntos de la región y del país, así como en el autobús urbano. «Al aumentar el número de usuarios, Subus reduce su déficit y lo que tiene que pagarle el ayuntamiento a la empresa es menor».

Rosado considera que «tener o no población universitaria marca la diferencia entre ser una ciudad o ser un pueblo» y, en ese sentido, «el beneficio que hace la Uex a Cáceres es mucho más del que nos imaginamos», sentencia.

ALOJAMIENTO / A la hora de buscar un alojamiento, los estudiantes pueden compartir piso o bien optar por hospedarse en una de las varias residencias para universitarios que hay. En Cáceres, los pisos más demandados por los jóvenes que aterrizan en la ciudad son de tres habitaciones, con calefacción y cerca de la Cruz de los Caídos. «Más allá del Hotel Extremadura no suelen querer nada», apunta Manuel Campos, gerente de la inmobiliaria Argenta.

¿La razón? Muy simple. Las paradas de autobús --de la línea que va al campus-- más próximas al casco urbano están en la plaza de América, en la avenida Hernán Cortés y junto a la plaza de toros. «La calle Antonio Hurtado se ha convertido en una de las preferencias últimamente. También Gil Cordero, la avenida de Alemania o Arturo Aranguren», añade Campos. Otras zonas demandadas pero en menor medida son igualmente la barriada de Moctezuma, Nuevo Cáceres o Los Fratres. «Los que optan por vivir fuera del centro suelen disponer de algún medio de transporte propio», valora Jorge Blas, de la inmobiliaria Manuela Pérez.

El precio que suelen pagar los jóvenes oscila entre los 350 y los 500 euros, tanto por pisos de tres como de cuatro habitaciones, que están también bastante solicitados. De hecho, la diferencia entre una vivienda céntrica y otra más alejada no suele estar en el precio. «Al final cuestan prácticamente lo mismo. Lo que gana el que vive en Nuevo Cáceres es un piso de menor antigüedad, por lo tanto menos deteriorado, y un ambiente más tranquilo para descansar. Lo que pierde es la cercanía con el centro», comenta Antonia Aceituno, gerente de Soluciones Inmobiliarias de Cáceres.

Así, el mercado inmobiliario, según todas las agencias con las que ha hablado este diario, está bastante equilibrado. Cada año se quedan pisos por alquilar, con lo que sobra algo de oferta, pero el desnivel no es similar al que se da en otras ciudades o provincias, como por ejemplo Castellón, y el sector parece que se mantiene a flote. «Este año ha sido mejor, pero es que el pasado fue malo», comenta Blas. Los meses de mayor volumen de trabajo son siempre mayo, junio y agosto para las inmobiliarias cacereñas.

Según los datos del último informe publicado recientemente por el portal web Idealista, el precio del alquiler se ha incrementado en Cáceres un 4,4% hasta situarse en 4,7 euros el metro cuadrado. Hace un año, el precio era de 4,2 euros. Otro portal online, en este caso Fotocasa, ha publicado también a primeros de septiembre un estudio en el que analiza la variación del precio que se abona por el alquiler de una habitación con respecto al año pasado. En el informe, se sitúa a Cáceres como el municipio que ha experimentado el mayor descenso al reducir el precio en un 22,1%, seguido de A Coruña (-10,2%), Oviedo (-7,6%), Badajoz (-7,1%) y Valladolid (-5,3%).

PISO COMPARTIDO / En cuanto a la preferencia de los universitarios, la mayoría de los jóvenes se decantan por vivir en un piso compartido, no solo porque la oferta en comparación con residencias de estudiantes es infinitamente mayor sino también por otra serie de ventajas. «En un piso tienes más independencia a la hora de comer y cenar; en una residencia tienes horarios, para entrar y salir cuando te apetece y para invitar a quien quieras a casa, porque en algunas residencias tienes que pedir permiso no sé cuánto tiempo antes», comenta Alejandro Pinto, emeritense y estudiante de cuarto curso del Grado de Turismo que lleva viviendo de alquiler desde su primer año de carrera. Actualmente reside en un piso en Cánovas porque «si vives en el centro tienes todo a dos minutos andando», pero de eso se dió cuenta en primero. «Cuando llegué viví en Nuevo Cáceres pero estábamos muy alejados de todo y nos mudamos en segundo», matiza.

Como él, otros estudiantes de fuera de la región prefieren también los pisos compartidos. Teresa Escribano, otra emeritense que acaba de terminar el Grado en Educación Primaria, con la especialización en Lengua Extranjera (Inglés), es uno de ellos.

«He vivido en dos pisos diferentes durante los cuatro años, uno en la Madrila y otro en Hernán Cortés. Prefería piso porque mis amigas ya llevaban allí un año y me fui con ellas», remarca.

Por contra, Virginia Amador, una emeritense más que empieza ahora el segundo curso de Magisterio Infantil, optó por alojarse en una residencia. «Elegí irme a la residencia Mario Roso de Luna porque a mis padres les daba mayor confianza el saber que tendría para comer todos los días y que, poco a poco, podría independizarme mejor a la hora de alojarme en piso. De igual modo lo hizo mi hermano mayor», confiesa Virginia, que este año decidió quedarse en el mismo sitio. «Me quedo porque me gustó bastante esta residencia por su gente y su buen ambiente... Para mi tercer curso lo meditaré», concluye.