Una joven brasileña declaró ayer ante un tribunal de la Audiencia de Cáceres que en los últimos meses del 2002 fue obligada por el dueño y empleados del Club Latinos de Miajadas a ejercer la prostitución, "lo que pude dejar de hacer sólo cuando, gracias a la ayuda de un cliente, pude escapar", indicó oculta en la sala de testigos protegidos desde la que habló.

Los acusados, para los que el Ministerio Fiscal solicita condenas que suman un total de 11 años de prisión por los delitos de inducción a la prostitución y contra el derecho de los trabajadores, mantuvieron en todo momento que el Latinos es un hostal con un café-bar especial, y que las mujeres que hay en él "son sólo huéspedes a las que no se obliga a nada ni se controla".

Fue la denuncia de la testigo protegido la que ha llevado ante la justicia a Manuel O. O., dueño del Latinos; a la brasileña Elizabeth S. D., recepcionista del local; a Domingo A. R., encargado; y a Juan A. O., amigo de Manuel.

Según declaró la denunciante ante la Guardia Civil y en el juzgado, y ayer ratificó en el juicio, la trajeron desde Brasil con la promesa de un contrato de bailarina. "En Barajas me recogieron Manolo y Susana (nombre con el que se conocía a Elizabeth) y desde allí me llevaron directamente al Latinos, me quitaron el pasaporte y me dijeron que tenía que alternar con clientes y acostarme con ellos para pagar el billete del avión; no me daban nada por el trabajo, y no me dejaban salir si no era acompañada".

VERSIONES Todos los acusados insistieron una y otra vez en que "el local es un hostal, no un club de alterne, en el que no se obliga a nadie ni a consumir copas y mucho menos a prostituirse". Manifestaron que no todos los hospedados eran mujeres, "aunque sí la mayoría", mientras que la testigo aseguró que todas eran mujeres extranjeras, sin permiso de trabajo ni residencia, y a las que se formalizaba un contrato de hospedaje en los que figuraban como turistas.

De las más de 12 mujeres citadas como testigos, sólo una acudió. Esta había declarado en tres ocasiones que se dedicaba a alternar con los clientes, por lo que le daban la mitad de lo conseguido con las copas; que no tenía contrato; y que la liquidaban cada noche. Pero ayer en el juicio lo negó, dijo que no mantenía relación laboral alguna y que vivía "de lo que ganaba con mi cuerpo, sin dar nada a los dueños de Latinos". Tanto la fiscal como el presidente de la Sala la hicieron ver que podía ser acusada por falso testimonio.

Para las acusaciones los delitos imputados a los acusados quedaron probados, mientras que la defensa insinuó que la denuncia de la testigo protegido, "que presentó en mayo del 2004, casi un año y medio después de que supuestamente huyera del Latinos", había sido "sólo un medio para conseguir los papeles, que en mayo del 2003 le habían denegado". Ella indicó que no pensaba denunciar y que si lo hizo, finalmente, "fue porque al volver de Brasil recibí amenazas y, aunque había pasado tiempo, decidí denunciar por temor".