La capital cacereña está registrando una polarización "entre un casco-escaparate culturalmente denso pero escasamente poblado, y una periferia residencial muy funcional pero pobre en términos urbanos y difícilmente eficiente en términos medioambientales". Así lo recoge el estudio, que además pone el acento en las diferencias sociales que se abren, especialmente respecto a las familias en situaciones delicadas, que han aumentado con la crisis.

Los servicios sociales municipales incrementaron el número de usuarios atendidos un 20% en 2014 (último año computado íntegro), y registraron un 40% más de demandas (entró en vigor la renta básica). Estos datos indican que el 13,4% de la población requiere ayudas y que el 73% de esas personas ya están por debajo del umbral de la pobreza, en exclusión social o en riesgo de ello. El informe destaca la existencia de "jóvenes con sensación de que no hay futuro" y de "mayores con sensación de dependencia y de no estar integradas en la vida social y cultural".