Los primeros "vivas" se escucharon cuando la imagen de la Virgen de la Montaña asomaba por la puerta principal del templo de Santa María... y no cesaron hasta cuatro horas después, cuando entró en su ermita de la Sierra de la Mosca. Cáceres estaba ayer de romería y por eso madrugó para acompañar a su patrona en el regreso al Santuario. A las ocho de la mañana no cabía nadie más en las naves de concatedral; una hora más tarde tampoco en la plaza de Santa María, donde los hermanos del cuarto turno fueron los encargados de portar a hombros las andas de la patrona en el inicio de su despedida. "Viva la Virgen de la Montaña", se escuchó entonces entre el público que esperaba. "Viva", retumbó la plaza, que rompió en un aplauso. En la plaza Mayor se pudo ver a más público del que es habitual; Pintores esperó a la patrona engalanada, como siempre, con un arco de flores a su entrada; San Juan y Sergio Sánchez se llenaron de gente al paso del desfile. Y en Fuente Nueva y Fuente Concejo se vivieron los momentos más emotivos.

Ya en el inicio de Fuente Nueva, los hermanos de carga cumplieron con la tradición de detener unos instantes el paso para que las monjas de clausura de Santa Clara también puedan contemplar a la Virgen de la Montaña desde una pequeña ventana, situada en la parte superior del convento. Unos metros más abajo estaba instalado el primero de los dos altares que reciben a la patrona. Allí recibió la primera lluvia de pétalos de rosa. En la confluencia de la calle Damas la voz de Felisa regaló a la Montaña una Salve compuesta para ella, mientras a unos metros, en Mira al Río, las hermanas Guadalupe, Pepa y Fernanda Cortijo Galeano ultimaban los preparativos para la suelta de palomas que cada año realizan en honor de la patrona. La tradición la inició su madre, Antonia y las hijas tomaron el relevo hace tres años, cuando ella faltó. "Y después seguirán nuestras hijas", decía emocionada Guadalupe Galeano, la encargada de lanzar este año las tres palomas al vuelo. Una de ellas acompañó unos metros en las andas a la patrona.

LA NOVEDAD "Qué maravilla de manto, qué bonita va este año", se oía en el recorrido. Todo el mundo reparó en que la Virgen no lucía uno de los dos trajes que viste habitualmente en la procesión de subida: el manto rojo que le regaló la cofradía, o el azul, obsequio de los hermanos de carga. "Tiene muchos mantos. Y algunos no puede ponérselos en la ermita porque son demasiado largos, así que no los luce nunca. Me pareció que se podía cambiar", decía su camarera mayor, Pilar Murillo, sobre la decisión de alterar en parte el guión de este primer domingo de mayo.

Ella y Julita Murillo se ocuparon, como siempre, de colocar primorosamente el modelo elegido para el paseo de despedida de La Montaña. Era el manto número 56, de tisú de plata. Doña Manuela del Puerto donó la tela y las Religiosas Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada, que vivían en el Santuario de la Montaña, se ocuparon del trabajo de bordado y confección, muy rico en la parte trasera, con una corona de la que salen haces de luz que rodean un grupo de aves. Las seis ánforas que rodean las andas y los dos centros situados en la parte delantera y trasera iban engalanados con lilios blancos y gladiolos y claveles en colores blanco y rojo, elección de la camarera de ornato, Pilar Campos. Al igual que en la procesión de bajada, el pasado 21 de abril, portó la corona de campanitas, recreación de la Virgen con el Niño, de estilo rococó en plata sobredorada.

Aunque menos multitudinario que en esa tarde del 21 de abril, la despedida de la patrona en Fuente Concejo fue igualmente festiva. Eran las 11.30 horas cuando la comitiva llegaba a este punto, que pone fin a la procesión institucional e inicia la romería. Primero el estandarte y los hermanos de compañía. Tras ellos los hermanos de carga, en dos filas entre las que se sitúan el resto de los integrantes del desfile, en el que participaron ayer representantes de los Caballeros de Yuste y de la Real Asociación de Caballeros Santa María de Guadalupe, así como de las cofradías de Cáceres.

Tras ellos, delante de Virgen, la alcaldesa Carmen Heras flanqueada por el coronel jefe del Cimov, Miguel Angel Gómez de Agüero, y el teniente coronel de la Guardia Civil, Gabriel Domínguez y varios representantes de la corporación municipal. Tras la imagen, el obispo Francisco Cerro, el comisario Luis Ochagavía y el pregonero, Antonio Gijón. Cerraba la comitiva la banda municipal, que a lo largo del recorrido entonó Macarena, Esperanza Marinera, Caridad, Jerusalén, Virgen de los Reyes y, como no, el Redoble .

La retirada del bastón de la ciudad que se coloca a la imagen cuando se inicia el novenario, marcó el fin de la estancia de la patrona en la ciudad. Fue entonces cuando, al ritmo de El Redoble , los hermanos comenzaron a mecer a la imagen, preludio del paso ligero con el que tradicionalmente inician el ascenso a San Marquino (con el correspondiente enfado por parte del jefe turno correspondiente) acompañados por vivas . "¡Viva la Virgen de la Montaña, Viva la patrona de Cáceres, Viva la Cacereña bonita!"...

Y así comenzó la otra procesión . La que incluye paradas en los chalets de la zona, que agasajan a los hermanos de carga con pinchos, agua y vino. Uno de ellos es desde hace más de 30 años Pedro Escribano Segura, frente del Amparo. Ayer volvió a sacar pinchos elaborados con 5 kilos de patatera, 12 panes, 4 quesos y 10 botellas de vino; una atención desinteresada, por la que la cofradía le entregó una placa de agradecimiento.

Esa es también la procesión en la que el pueblo carga con su patrona (desde el Amparo al Calvario), la que va de paseo, la que se permite descansos para vencer la pendiente del camino al Santuario y la que devuelve a la Virgen a su Sierra de la Mosca. Allí este año no la esperaban los integrantes del coro rociero, que están fuera de Cáceres por el enlace de un hijo de uno de ellos. Las monjas que están en el Santuario suplieron la voz del coro en la misa de romeros. Después, la imagen se recogió en su Santuario, mientras una petición unánime aparecía en los pensamientos de los romeros y cofrades: "que el próximo año volvamos a vernos".