Una calurosa tarde de julio del año 1900, toreó en el coso de la Era de los Mártires el novillero cacereño Domingo Navarro Plaza. Su cuadrilla estaba formada por los llamados Niños cacereños y entre ellos destacaba uno que aparecía en los carteles como Saponi. Ha pasado más de un siglo y la familia Saponi ha conocido el vértigo de la historia: de subalterno a primer espada, de torero de cuadrilla a alcalde de Cáceres.

De casta le viene al galgo y de la valentía de aquel Saponi taurino para arrimarse debe venirle al Saponi alcalde el arrojo para manejarse con soltura en las distancias cortas.

Cuando en la ciudad feliz se celebra una reunión de altos cargos estatales organizada por el PSOE, cuando UGT o CCOO celebran un seminario, cuando alguna institución de corte izquierdoso se reúne en Cáceres para algún acto oficial, no dejan de invitar y recurrir a Saponi, en la seguridad de que el alcalde de Cáceres sabrá estar a la altura institucional. Y eso sí, reconocen que si el acto se desarrollara en Mérida o Badajoz no encontrarían la misma acogida en el ayuntamiento.

La buena educación

Ese saber estar del alcalde Saponi entronca perfectamente con las esencias de la ciudad feliz , donde está muy mal visto el desprecio, la indiferencia o la mala educación. Días atrás visitó Extremadura el embajador de Portugal y quedó encantado de su entrevista con Saponi. El diplomático es un hombre de izquierdas que fue jefe de gabinete del presidente socialista de la República Portuguesa, Jorge Sampaio, y sufrió exilio en Bruselas. Pero hablaba de Saponi como si fueran correligionarios.

Es más, quedó tan encantado con la belleza, el ambiente y el recibimiento que le dispensaron en la ciudad feliz que retornará este puente en visita privada en compañía de su suegra inglesa y su esposa. Se alojarán en Cáceres y la convertirán en su base de operaciones para visitar Foro Sur y recorrer la región.

Aseguran en los mentideros políticos que éstos serán los últimos cuatro años de Saponi en la alcaldía. En las tertulias de los clubs privados y en la barra de Acuario , todo son especulaciones sobre quién será su sucesor al frente de la candidatura popular a la alcaldía. Bajo las claraboyas del Gran Café , en la mesita del fondo, que es la de los conciliábulos discretos, se apostaba el otro día por Andrés Nevado.

Sin embargo, en la penumbra elegante de la cafetería del hotel Las Marinas, que desde que ha cambiado de propiedad se ha incorporado a la vida social de la ciudad feliz de manera impetuosa... En Las Marinas, digo, comentaban que antes de que acabe abril se sabrá si Felipe Vela cuenta con apoyos para ser el alcaldable del PP.

En medio de la vorágine, y con mucho que decir en ella, el alcalde Saponi se amolda a los tiempos y se da cuenta de que quienes no le votan, pero también muchos de quienes le votan, apuestan por una Cáceres abierta y liberal. La derechona carpetovetónica y venerable cada vez tiene menos peso, aunque siga haciéndose oír a la salida de misa en San Juan.

Saponi ha entendido que si a la ciudad feliz le toca desempeñar el papel de capital cultural de colecciones de arte de vanguardia, filmotecas, auditorios y músicas mestizas, no hay más remedio que modernizarse, aunque cueste un poco.

El festival Extremúsica ha salido bien y desde el ayuntamiento se apuesta por potenciarlo doblando los grupos y los escenarios y cuadriplicando el número de asistentes. Al final, tras tensarse mucho la cuerda, el Womad ha vuelto a la parte antigua, aunque sea a regañadientes y con recortes, pero podría haber sido peor.

Si en 1900, el subalterno Angel Saponi supo cuadrar el toro para que lo lidiara Domingo Navarro; en el 2007, el alcalde José María Saponi parece preparado para colocar la alcaldía en la suerte del PP. Lo que no sabemos es quién será el primer espada.