El presidente de la Asociación Empresarial Provincial Cacereña de Hostelería y Turismo, César Martín Clemente, ha hecho públicas una serie de reflexiones y propuestas en torno al ocio en Cáceres capital, sumamente interesantes y bien ponderadas, sin buscar culpables ni atacar a nadie, si bien es cierto que no incluían atisbo alguno de autocrítica. La ocasión se presentaba idónea para iniciar un debate sereno y profundo en el que todas las partes implicadas (empresarios, administraciones, vecinos y consumidores) mostraran sus puntos de vista y propuestas, pues ciertamente la oferta de ocio y diversión en Cáceres está bajo mínimos.

Son muchas las cuestiones que se deberían abordar, por ejemplo: ¿Se estrujan lo suficiente los sesos los empresarios locales de hostelería para proponer ideas actractivas, o más bien se conforman con servir alcohol y más alcohol, hasta que se salga por las orejas, a precios de escándalo? ¿Es flexible el gobierno municipal al aplicar la normativa al respecto, o por el contrario todos son inconvenientes para la necesaria puesta al día de los establecimientos y la apertura de otros nuevos, así como para la organización de pequeños conciertos?

¿Por qué es sistemáticamente rechazada la propuesta de un conocido promotor para crear una ambiciosa zona de ocio permanente en terrenos del ferial? ¿Responden los ciudadanos cacereños a las pocas propuestas novedosas que se les ofrecen, o es más cierto que en el fondo el conformismo de la clientela es el verdadero obstáculo para que los hosteleros decidan innovar y arriesgar? Y, como éstas, en la mente de cada uno de nosotros se amontonan cientos de interrogantes que deberían ser planteados con humildad y valentía, haciendo un esfuerzo por buscar soluciones para que esta ciudad deje de ser piedras y nada más.

Se presentaba --repito-- una ocasión única, pero ha tardado poco en truncarse. Los partidos políticos, por medio de sus respectivas secciones juveniles, se han apresurado a enzarzarse en vanas polémicas que a nadie interesan, en torno al grado de responsabilidad de unos y de otros sobre la apatía que nos invade. Tampoco están siendo ajenos a la desvirtuación de este necesario debate los propios medios de comunicación, que han asumido como tema recurrente, casi obsesivo, el de la ampliación de los horarios de cierre, cuando éste no es sino un matiz más, pero de ninguna manera el más importante.

Y ¡cómo no!, no podían faltar las voces disonantes prestas a soltar sandeces. La primera ha procedido del siempre metepatas Joaquín Rumbo, alcalde en funciones, quien entre otras ocurrencias dignas de ´El jueves´, afirma que los turistas vienen a Cáceres a conocer su recinto histórico y no sus bares y restaurantes. Usted no ha viajado mucho más allá de la calle Nidos, ¿verdad, señor Rumbo?

Y para rematar la (mala) faena salta al ruedo ese señor que tiene vela en todos los entierros, aunque nadie le haya invitado, el señor Salazar, representante vecinal, para desfogarse una vez más con sus bravuconadas y actitud desafiante, autor de la más preciada perla de ese desafortunado amago de debate: "Los jóvenes se van de Cáceres por la dudosa calidad de nuestra universidad". Haciendo patria, sí señor.

En fin, una nueva oportunidad perdida para tratar de resolver un problema que va a afectar seriamente al futuro inmediato de Cáceres y van...

*Exresponsable de Comunicación de la antigua Asociación Cacereña de Empresarios de Hostelería.