Se ha demostrado que hice el transporte de la droga desde Sevilla a Cáceres y no voy a negarlo. Lo hice". Con esta afirmación el cacereño de 70 años Enrique A. L., conocido como el abuelo y considerado el cabecilla de la presunta red de narcos que la Guardia Civil desarticuló en septiembre del 2005 con la detención de 15 personas y la incautación de más de 80 kilos de hachís destinados supuestamente a su distribución en locales de ocio juvenil de Cáceres y diferentes localidades de la provincia, reconocía ayer su culpabilidad en el juicio que por esta causa celebra el Juzgado de lo Penal.

Enrique A. fue el primero en declarar. Durante casi dos horas respondió a las preguntas del fiscal, que pide para él 4 años y medio de prisión y 250.000 euros de multa, y de los 15 letrados.

Su declaración la centró en reconocerse culpable de haber realizado un viaje a Sevilla para recoger y transportar hasta Cáceres los 60 kilos de hachís que la Guardia Civil incautó llegando ya a la capital, aunque mantuvo que era un encargo, "tenía que entregársela en Carrefour a alguien que la llevaría a Avila"; y en exculpar a 13 de los imputados, con los que aseguró no mantener relación por drogas.

OTROS IMPUTADOS El abuelo exculpó en todo momento a José L. S. A., el acusado que fue detenido con él en el coche y que se enfrenta a las mismas penas. Sobre éste dijo: "José L. no sabía nada. Yo le pedí prestado el coche, pero me dijo que no me lo dejaba, que me llevaba él, y como yo lo necesitaba acepté, pero sin decirle a qué iba a Sevilla".

Esta versión fue ratificada por José L. S., que insistió una y otra vez en que no sabía nada, y mantuvo que viajó a Sevilla "por hacerle un favor a quien consideraba un amigo y porque el coche era de mi hermano, pues si hubiese sido mío le hubiera dejado las llaves, no habría ido yo".

Al único que Enrique A. implicó fue a Pablo B. H., el taxista al que se acusa de acompañarle con su taxi en dicho viaje a Sevilla para hacer de correo, para avisarle si había controles, y en cuyo vehículo se encontró la droga. De éste dijo que sabía a lo que iba, aunque a preguntas del abogado de Pablo B. indicó: "Hombre debía saberlo, 2.000 euros no se pagan así como así".

Por su parte, Pablo B., para el que el fiscal pide 4 años de prisión y 250.000 euros de multa, lo negó. "Yo fui a Sevilla porque se me contrató para un servicio público. No conocía de nada a este señor (en referencia a Enrique A.) ni sabía a lo que iba".

Respecto a la pregunta del juez de cómo explicaba que el hachís estuviera en el maletero de su coche manifestó: "Supongo que me lo metieron sin que me diera cuenta, pues no tengo costumbre de cerrar el taxi cuando lo tengo aparcado cerca".

Fueron éstos los tres imputados que declararon ayer por la mañana. Por la tarde lo hicieron los marroquís, Khalid L. y Mohamed D., vecinos de Plasencia donde explotan un bar; Maximiliano H. G., vecino de Algeciras y amigo personal de Enrique A.; y Abel C., nieto del principal imputado y dueño de un taller.

Se acusa a todos de dedicarse, en una u otra medida, a la compraventa de hachís en unión a Enrique A., pero todos lo negaron. Los dos primeros mantuvieron que su única relación se centraba en un contacto para que les ayudara a comprar un local en Cáceres, Maximiliano señaló que sus continuos viajes de Algeciras a Cáceres se debían a que tiene hijos en esta ciudad, y Abel C. dijo que su abuelo "me ayuda en el taller haciendo chapuzas, pero yo jamás he vendido ni comprado drogas".