Desde hace años Cáceres está entre las diez capitales españolas que más crecen en población. La ciudad feliz rebosa de gente, los barrios se extienden por la periferia y el metro cuadrado de los pisos es ya 112 euros más caro en Cáceres que en Badajoz.

No hay industrias ni autovías, las comunicaciones ferroviarias son lamentables y lo más parecido a un aeropuerto es una dehesa de Aldea del Cano donde conviven ultraligeros y grullas. Pero qué le vamos a hacer, la gente se ha debido de creer eso de la ciudad feliz y en los concursos de traslados de cualquier administración la pieza más codiciada es una plaza en Cáceres.

Aparecen noticias anunciando la instalación de empresas en Jerez y en Mérida, pero ninguna en Cáceres. Eso solivianta a los cacereños DTV , pero si lo piensan bien, una industria potente en Cáceres pondría en peligro las esencias locales. Porque vamos a ver, ¿qué sería de Cáceres con 20.000 obreros reivindicativos, peleones y sin tonterías en la cabeza ni tiempo para pijaditas?. Pues muy sencillo, dejaría de ser la ciudad feliz y se convertiría en una urbe dura e inconformista como esas que salen en las películas inglesas de Ken Loach o en la española Los lunes al sol .

BALNEARIO Cáceres está encantada de ser un balneario para profesores, comerciantes, funcionarios, médicos, enfermeras y profesionales que trabajan en la capital o van y vienen cada día a Coria, Alburquerque o Mérida.

Cáceres, ciudad feliz y mesocrática donde parece que todo el mundo ha nacido siendo clase media sin derecho al pelotazo ni a la ruina. Cáceres, orgullosa de no haber sido nunca basta y fea, sino siempre fina y bonita. Sin industrias, sí, pero también sin contaminación, sin barrios marginales y limitando al sur con una piara de cerdos ibéricos, al norte con un rebaño de ovejas, al este con los caballos de las faldas de la Montaña y al oeste con una manada de charoleses que pastan por los Castellanos.

Los cacereños DTV (De toda la vida ) son esos que tardan una hora en recorrer Cánovas, que no acaban de tragar el Womad "porque no conoces a nadie", que visitan diariamente a la Virgen en mayo, no se sientan en las terrazas de la plaza, prefieren la procesión del Nazareno a la del Cristo Negro, disfrutan yendo con corbata y visón a misa a San Juan, evocan la feria de Mayo cuando no era tan andaluza y las hogueras de san Jorge y su ideario político está encabezado por un dogma inquebrantable: Badajoz se lo lleva todo".

Pero sólo con los cacereños DTV , la ciudad feliz no habría crecido 8.000 habitantes en cinco años. La clave de esa explosión demográfica son los cacereños DKV : los habitantes de los pueblos que llegaban en una furgoneta DKV al bar La Parada de la plaza o al bar Machaca de Camino Llano en los años 60 y 70, que paseaban gustosamente por la ciudad y en cuanto han podido dejar sus pueblos o han regresado de la emigración, se han venido a vivir a la capital.

Los ciudadanos DKV mandan hoy mucho en Cáceres. Sin embargo, la frescura y el empuje con que llegaron se marchitó en cuanto paladearon los encantos anestesiantes de la ciudad feliz . Ahora reniegan de sus orígenes DKV para aspirar a convertirse en cacereños de toda la vida. La placidez narcotiza y quienes hace 25 años bajaban de los autobuses de Caballero Quevedo, se tomaban un bocadillo en el bar Machaca y salían a Camino Llano dispuestos a comerse el mundo empezando por Cáceres, hoy sólo aspiran a ser un DTV ejemplar con adosado en el Erre y pandilla en el club social.