Los caminos de la trashumancia trajeron mucho más que ganado a Cáceres. Por estas cañadas llegó el cambio de mentalidad, la transformación económica, otro modo de entender los negocios, la gestión de la vida municipal, nuevos aires, nuevas inquietudes... Familias de trashumantes riojanos, comerciantes catalanes y banqueros italianos como López-Montenegro, Busquet o Casati marcaron un antes y un después en la historia local. Ese periodo, desconocido para la mayoría, será abordado hasta el detalle por un congreso en el que participarán las máximas autoridades de Extremadura y La Rioja, expertos universitarios de Extremadura, La Rioja, Castilla-La Mancha, Lleida y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, historiadores y descendientes de aquellas familias llegados de distintas procedencias: Cataluña, País Vasco, Aragón, Francia, Italia....

Bajo el título Los cacereños que vinieron de lejos (16-18 de marzo), será uno de los congresos más ambiciosos de los últimos tiempos. Lleva todo un año organizándose bajo la coordinación de Miguel Angel Melón, catedrático de Historia Moderna de la Uex y experto en la época, y Miguel Hurtado, profesor titular del departamento de Construcción de la Uex, con el respaldo del Consorcio Cáceres 2016, el Instituto Municipal de Asuntos Sociales y el departamento de Historia de la Uex.

Y es que este contingente migratorio tuvo tal importancia que supuso el gran salto cacereño desde las viejas estructuras del antiguo régimen, que aún perduraban, hasta la época contemporánea. En realidad, siglo tras siglo, los trashumantes originarios de la Sierra de Cameros (La Rioja) bajaban con sus ganados y poco a poco se habían asentado en la ciudad. Pero a partir de la segunda mitad del XVIII y durante el primer tercio del XIX este movimiento se hizo mucho más intenso. "Los cameranos se dieron cuenta de que podían explotar los grandes recursos naturales desde la propia Extremadura y se quedaron, por ejemplo familias como los Muñoz de San Pedro (Condes de Canillero), García Vinuesa, Vicente Marrón o García Carrasco", explica Miguel Angel Melón.

Junto a ellos llegaron familias oriundas de Cataluña como los Calaff, Busquet, Pujol o Vilanova, al percatarse de que podían controlar el próspero comercio de la lana desde su origen (hacia Portugal, Francia, Italia o América). Además, a estos productores y comerciantes se unieron otras corrientes de migración, por ejemplo desde Italia, como los Pesini o los Casati, dedicados al comercio crediticio, o los franceses del mercado de la lana, entre ellos los Petit asentados en Arroyo de la Luz.

"Hubo otro factor muy decisivo. La fundación de la Real Audiencia de Extremadura en 1790 propició la llegada de un nutrido grupo de letrados encargados de la administración de Justicia", recuerda el catedrático. Unos y otros, por lo general liberales e identificados con la Constitución de Cádiz, abrieron una ventana de aire fresco en Cáceres, hasta el punto de impulsar un salto decisivo y fundamental para entender el desarrollo de la ciudad, incluso cambiaron las manifestaciones culturales y sociológicas.

Sin ellos no se entendería la evolución del mercado lanero en Extremadura, la creación de diversas instituciones bancarias y mercantiles o el nacimiento de algunos barrios que aún figuran en el callejero local: Busquet, Marrón, Calaff...

Se unieron a la nobleza

Esta influencia podía haber llegado más lejos, pero la transformación industrial al amparo de la lana y la posible revolución burguesa quedaron sin culminar. Quizás la causa estriba en el acercamiento de estos industriales, comerciantes y letrados al grupo dominante de los antiguos pobladores cacereños: la nobleza. Se contagiaron de sus hábitos y prefirieron comenzar a comprar tierras.

Aún así, recuerda el catedrático, su llegada fue determinante. Por ello, el congreso, que supone un homenaje a Publio Hurtado, gran estudioso de la época, se aproxima de forma exhaustiva a los mundos que dejaron en sus orígenes y a los que crearon en Cáceres, a su forma de vida, sus ideas, sus redes familiares, sus proyectos y su huella. "Pretendemos recuperar unas relaciones que al hilo de la trashumancia se han mantenido durante siglos", concluye Miguel Angel Melón.